Lo que tiene disponer de tantos institutos, facultades y organizaciones para investigar es que en algunas ocasiones, como éstas, la lían parda y no hay quién se aclare. Primero dicen que la bacteria “E.coli” es la causante de las muertes en Alemania, concretamente en la zona de Hamburgo, y le echan la culpa a los pepinos españoles de forma que aquí se tienen que destruir las cosechas al tiempo que los trasportes de la mercancía verduril tienen que regresar tal y como se fueron. Se especula con la variante O104:H4 y, después de unos días, concluyen en que el foco no está en el pepino español y empiezan a buscarlo. Más tarde, desde la OMS, afirman que puede ser una mutación de la puta bacteria o una nueva cepa que bautizarán con otra matrícula, y luego que es posible que no se trate de los pepinos, ni los tomates, ni de la madre que los parió. Y siguen investigando sin tener pajolera idea de dónde encontrar el dichoso foco de infección, mientras los barones del pepé posan ante las cámaras comiéndose unas rodajas para demostrar a los cabezas cuadradas de los teutones y a los demás componentes de la UE que la verdura andaluza goza de buena salud. Los pepés comiendo pepis. Pa decojonase, colega. Mientras tanto, ya hay dieciocho muertos, cientos de hospitalizados y, hasta que den con el bicho ese, la que te rondaré morena.
Y mientras sigue el debate y la crisis del pepino, llegan los omnipresentes estos de Ginebra -O.M.S. son las siglas de eso- y dicen que el uso de los teléfonos móviles puede causar cáncer de quijotera. Puede, quizás, tal vez, “alomojor”, como diría el otro. Hay que joderse. Hace años ya que viene diciéndose algo parecido. Que su uso puede ser perjudicial para el corazón, para los riñones, para los cataplines o yo qué se. Otra vez lo mismo. No han investigado lo suficiente para concluir inexorablemente la certeza de la posibilidad, sin que les quepa la menor duda. Claro, o es cierto o tan solo es posible.
Más tarde vendrán a hablarnos de “probabilidad”. Vamos que puede ser probado. Pues que lo prueben. Ellos, los barones y Rita la Bailaora, que ni a Duke ni a quien suscribe nos gustan los pepinos. Nosotros somos del fijo y la berenjena. Y es que adjudicar culpas gratuitamente a los demás es muy fácil, sobre todo cuando se tiene la sartén por el mango y el poder en la Europa comunitaria. Digo yo que ahora tendrán que reparar el enorme daño causado y también los perjuicios irrogados a los agricultores españoles porque ¿quién va a ser el valiente que se meta una ensalada con pepinos o un gazpacho entre pecho y espalda? Su propio nombre lo dice: pepi no.
Dirán ustedes que esto que acaban de leer es poco serio. Y Duke les dice: ¿acaso es más seria toda esta historia de móviles y pepinos?, ¿hay seriedad en estas instituciones europeas que en tiempos críticos nos hacen gastar una millonada en vacunas para la Gripe A que luego van a la basura y, sin sonrojarse, disparan a diestro y siniestro alarmando a la tropa sin una justificación plausible? Ya les vale, tía.
Imágenes de Google
Y mientras sigue el debate y la crisis del pepino, llegan los omnipresentes estos de Ginebra -O.M.S. son las siglas de eso- y dicen que el uso de los teléfonos móviles puede causar cáncer de quijotera. Puede, quizás, tal vez, “alomojor”, como diría el otro. Hay que joderse. Hace años ya que viene diciéndose algo parecido. Que su uso puede ser perjudicial para el corazón, para los riñones, para los cataplines o yo qué se. Otra vez lo mismo. No han investigado lo suficiente para concluir inexorablemente la certeza de la posibilidad, sin que les quepa la menor duda. Claro, o es cierto o tan solo es posible.
Más tarde vendrán a hablarnos de “probabilidad”. Vamos que puede ser probado. Pues que lo prueben. Ellos, los barones y Rita la Bailaora, que ni a Duke ni a quien suscribe nos gustan los pepinos. Nosotros somos del fijo y la berenjena. Y es que adjudicar culpas gratuitamente a los demás es muy fácil, sobre todo cuando se tiene la sartén por el mango y el poder en la Europa comunitaria. Digo yo que ahora tendrán que reparar el enorme daño causado y también los perjuicios irrogados a los agricultores españoles porque ¿quién va a ser el valiente que se meta una ensalada con pepinos o un gazpacho entre pecho y espalda? Su propio nombre lo dice: pepi no.
Dirán ustedes que esto que acaban de leer es poco serio. Y Duke les dice: ¿acaso es más seria toda esta historia de móviles y pepinos?, ¿hay seriedad en estas instituciones europeas que en tiempos críticos nos hacen gastar una millonada en vacunas para la Gripe A que luego van a la basura y, sin sonrojarse, disparan a diestro y siniestro alarmando a la tropa sin una justificación plausible? Ya les vale, tía.
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