El terror del Estado Islámico
Mientras los europeos parece que sólo estamos pendientes de
los problemas griego y ucraniano hay una gran parte del resto del mundo que
vive conmocionado y aterrorizado por la Yihad Islámica y, sin querer pecar de
alarmistas, nos da toda la impresión de que la plaga crece exponencialmente de
manera que cada día que pasa nos llegan noticias -aunque telegrafiadas- de las
últimas barbaridades cometidas por estos deshumanizados terroristas. Hace poco
nos enteramos de la ejecución de cuatro hombres por haber cometido el “delito”
de ser homosexuales. Degollados, como es habitual en estos desalmados para
acrecentar el terror entre la población. El mismo día incendian una estación
petrolífera en Libia al tiempo que hacen desaparecer a ocho o nueve operarios
de los que aún se desconoce si han sido asesinados o los mantendrán como
rehenes hasta que alguien pague un rescate o, por el contrario acabarán siendo
degollados ante las cámaras. Al norte de Siria continúan destruyendo una
cultura milenaria, anterior a nuestra era cristiana y que, según los expertos,
ha sido el germen de nuestra civilización: esculturas, construcciones, libros…,
arte en general. Historia. Y ahora lo de Túnez con veintitrés muertos. Todo ha
consistido en tomar posesión por la fuerza en zonas del norte de Irak y Siria
para asentar la sede del califato del
terror, y desde allí proliferar con sus ideas extremistas por ésos y otros
países. Paralelamente a lo que viene ocurriendo en medio oriente, Boco Haram
siembra el terror en el Nordeste de Nigeria, asesinando a pueblos enteros y
originando una de las mayores crisis de refugiados conocidas en los últimos
tiempos hacia los países circunvecinos, Chad y Niger, uno de los más pobres de
África. Es estremecedor saber que sólo de Siria proceden más de tres millones
de refugiados que son acogidos en Líbano y Turquía.
Un cáncer que se ha originado en un lugar de conflicto y que
ya ha invadido otros como Nigeria, Libia y Túnez. Un cáncer asesino que
extiende sus zarpas de terror creando una metástasis que puede acabar con
occidente, de donde continuamente y gota a gota van captando adeptos que se
unen a la criminal causa, cuyo ejemplo ya lo tenemos muy cercano. Charlie Ebdo
en Francia y lo de Bélgica, después. Algo deberá de hacer occidente para
suministrar quimio, pero ya. O terminarán por imponernos su loca y cruel
tiranía.
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