Fechas de comidas, bebidas y mordidas
Terminó el mes de los difuntos y los huesos de santo, y del
principio de las jornadas gastronómicas en el Valle del Nalón. Callos, nabos,
cebolles y pimientos. Empieza diciembre, el último del año, el mes de les
fartures por excelencia. Primero la fabada, que ya está bien, y luego lo que
venga. Las comidas de empresa, de amigos y amigas, y las de familia. Esas de
los cuñáos, los guajes y los suegros de uno y otro lado, y de la vecina del
quinto que está viuda y muy solina, y que siempre nos baja dos docenes de
casadielles por Navidá, a parte de la participación de cinco euros en la
lotería que hacen en la parroquia. La verdá ye que no empezó diciembre tovía y
ya tamos fartucos de besugo, corderu, pitu caleya, turrones, mazapanes y sidra
champaná. Pero, sobre todo, a estas alturas de lo que más hartos estamos es de
embutido. De chorizos de aquí y de allá. Andaluces, madrileños, catalanes y
asturianos, entre otros. Y de lo que estamos más fartucos aún es de que no se
hable de otra cosa más que de los chorizos, en prensa, radio y televisión; en
los chigres, en el parque y en casa su madre. Talmente parez que hasta Duke no
sabe hablar de otra cosa. Así que entre comilonas, fartures y chorizos, llegará
enero y nos daremos cuenta que, entre lo que vamos a gastar en todo el tingláo
y lo que nos llevaron, nos vamos a quedar en cuadro. Al tiempo.
En definitiva, tenemos un hartazgo que ya es insoportable de
llevar con un mínimo de templanza. La cuestión catalana y la insistencia de Mas
y Junqueras para negociar con el gobierno de Madrid la celebración de un
referéndum de los de verdad, algo que les han negado por activa, pasiva y
neutra desde el propio gobierno y el Constitucional, y ya querellados por
cuatro delitos; el continuado descubrimiento de casos de corrupción y el hecho,
ya testado, de que todos los grupos y, en algún caso, los medios que les
amparan buscan y remueven debajo de las alfombras y encima de los armarios para
encontrar el más mínimo indicio de un caso que les de cancha para minar al
adversario para luego, estar una semana sí y otra también, tirando y tensando
la cuerda hasta que el mismo adversario les saque un episodio similar a ellos
mismos; irremediablemente todo esto nos causa un tremendo hastío, una fartura
de la virgen, en nada asimilable a la que nos producirá la llegada de diciembre
y sus fastos. Pero, hasta igual “Podemos” con todo ello, oiga.
Marcelino M. González
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