domingo, 15 de abril de 2012

MANCOSE EL GUAJE

 Los frecuentes accidentes en la Casa Real
A ver, ¿por qué el neñu no pué tener una escopeta?, ¿eh?, ¿no-i pusieron de nombre Don Felipe Juan Froilán, con el “Don” delante?, pues si ye “Don”, que la tenga, que ya ye mayor. Por escopetes que no quede. Como si quier un carro de combate o un antiaéreu d’esos. Los compañeros del cole deben de tenéi una envidia de la pera porque tienen todos menos de catorce y la ley prohíbeyoslo, no tan ni pa películas de un rombo. Pero, claro, él como ye miembru de la Familia Real tien bula. Los güelos son reyes, los padres y los tíos duques, y él ye el primogénitu de to los nietos, el mayor, aunque no sea el herederu del trono. Pero si llegase a selo, porque nunca se sabe, tien que saber disparar, pescar tiburones y pilotar un Mirage. ¿O no?, que no hacéis más que criticar. El guaje tien una escopeta de verdá pa entrenase con animales de mentira, de los de plástico, y con los clips del barcu pirata de playmóvil, por si un día nos aborda alguien, que tamos cerca d’ello. Cuando yo tenía la edad de Froilán siempre pedía a los reyes de oriente una escopeta de perdigón pa cazar gorriones, tordos y panaderes, y como los reyes no existíen porque eren los padres, y yo tovía no lo sabía, tuve esperando por la escopeta hasta que me enteré, y no volví a pedila. Pero el casu de esti infante ye distintu. Él tien Reyes y Duques, y padres, y to lo que necesite.

Ese es el problema. Que muchas veces estos niños lo tienen todo, sin necesidad de pedirlo. La esmerada educación que reciben, solo al alcance de los potentados y miembros de las altas esferas, se ve en muchas ocasiones desvirtuada por los caprichos y el snobismo de sus educadores. Navegan, practican el paracaidismo, el vuelo sin motor, el polo, el esquí…, y lo que se sea necesario para la ocasión, como la caza. No sea que un día tengan que ir de visita a Kenia o a Pola del Tordillo y no sean capaces de disparar a un león o a un jabalí. Faltaría más. Evidentemente sus educadores en estos aspectos les enseñan a instancias de sus padres. Es más, son sus propios progenitores quienes se ocupan de tales menesteres, como me temo que sucede en el caso que nos ocupa. Y si ello es así, nos preguntamos si habrá alguna autoridad policial o judicial -un policía, un fiscal antialgo, quizás algún juez- que encause a quien le haya proporcionado el arma al niño real y, por ende, haya sido inductor, colaborador o causante indirecto de unas lesiones sobre cuyo alcance aún no tenemos conocimiento pero que, desde luego, de leves no deben de tener nada si requieren la estancia de unos días en un centro sanitario. Un tío abuelo del peque, hermano se S.M. el Rey, tuvo menos suerte y falleció de un tiro en la cabeza en circunstancias similares a está. Cuentan las crónicas que en aquellos tiempos se ocultó la causa real, aunque el efecto no pudo taparse. ¿Se habrá vuelto a repetir la historia? Solo se que si esto le ocurre a un ciudadano de infantería, su entrada en el hospital desencadena una serie de diligencias judiciales que podrían terminar privando de la custodia e incluso de la patria potestad a quienes resulten ser los responsables directos. ¿Me explico? Ahora solo faltaba que se mancase el güelu otra vez. ¡Familia!

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