En esta frase del joven alcalde de Laviana, Adrián Barbón, puede resumirse lo que el autor local Albino Suárez Cortina ha querido trasmitir a sus lectores en su último libro “Los que no volvieron”, presentado el pasado miércoles en el CIDAN de la localidad cuando España entera estaba pendiente del tercer partido del año, o del siglo o vaya usted a saber. El mismo autor lo reconocía al enviar a algunos amigos un e-mail en el que nos daba cuenta del evento y nos invitaba “sin vino español -para que no haya equívocos-“ a estar presentes en el acto: “Siento haber elegido este día”.
El prolífico autor lavianés, pues no en vano lleva autoeditadas más de medio centenar de publicaciones (sin contar su revista “Alto Nalón” publicada durante 25 años ininterrumpidos), se ocupó en esta ocasión de recordar a aquellos que bajaron a la mina y nunca regresaron, de un largo elenco de hombres jóvenes y menos jóvenes que nunca regresaron de su cruel trabajo en los pozos. Se salda así, en parte, una deuda moral para con la historia colectiva del concejo. Manifiesta el autor que él mismo fue minero y tenía esto pendiente. Y a través de una árdua labor investigadora y de campo recopiló un sinfín de historias, en muchos casos de la ignominia, que sucedieron en Laviana desde principios del pasado siglo (1924) hasta 1990. Dice el autor que “la mina tan repleta de historias y de tragedias, que han dejado tantas deudas pendientes en aquellos cotos en que han abierto sus bocaminas, tiene aquí otra deuda pendiente con la historia. Decir cuántos han sido los hombres muertos en el tajo, bajo tierra. Y por qué se silencian tanto…”. Los poemas tan consustanciales al autor acompañan de forma personalizada a muchas de las historias que nos cuenta a los largo de las más de doscientas páginas del libro: “¡Que nos digan cuántos fueron/los mineros fallecidos:/¿cuántos los muertos habidos/bajo tierra y que murieron/en los testeros que abrieron/y después, así caídos, con silenciados olvidos/amos y empresas huyeron/sin decirnos cuántos fueron/los mineros abatidos…!?” (sic).
Desde la hecatombe de La Sota en 1924, donde fallecieron 10 mineros hasta un lavianés de treinta años muerto en la zona de Anieves en 1990, Albino Suarez hace un repaso de la triste historia de esta actividad en el concejo. Profusamente ilustrado con fotos de los desgraciados protagonistas repasa en sus páginas anécdotas tan tristes y trágicas como la de tres muertes que él califica de premeditadas, de verdaderos asesinatos, como las acaecidas en una mina entre Barredos y Blimea, como la de aquella familia de cuatro hermanos muertos en La Castañal, o las muertes violentas de un padre y sus seis hijos. O los casos de aquellos que, estando a punto de contraer matrimonio, dejaron su vida en el pozo días antes de la boda. “La mina, toda negrura,/es el antro de la muerte/y el infierno de la suerte/y el horror de la cordura./Es el dogal, la angostura/que desgarra toda vida:/es el látigo en la herida y en los pies es la garduña./Y es en la carne la cuña/ que nos parte y no se olvida. (sic).
En fin, en “Los que no volvieron”, Albino Suárez nos muestra varias historias, ya pasadas pero nunca olvidadas en un libro cuidado y bien editado que les recomiendo sinceramente. No es solo una lista de fallecidos, sino nuestra historia. ¡Enhorabuena maestro!.
El prolífico autor lavianés, pues no en vano lleva autoeditadas más de medio centenar de publicaciones (sin contar su revista “Alto Nalón” publicada durante 25 años ininterrumpidos), se ocupó en esta ocasión de recordar a aquellos que bajaron a la mina y nunca regresaron, de un largo elenco de hombres jóvenes y menos jóvenes que nunca regresaron de su cruel trabajo en los pozos. Se salda así, en parte, una deuda moral para con la historia colectiva del concejo. Manifiesta el autor que él mismo fue minero y tenía esto pendiente. Y a través de una árdua labor investigadora y de campo recopiló un sinfín de historias, en muchos casos de la ignominia, que sucedieron en Laviana desde principios del pasado siglo (1924) hasta 1990. Dice el autor que “la mina tan repleta de historias y de tragedias, que han dejado tantas deudas pendientes en aquellos cotos en que han abierto sus bocaminas, tiene aquí otra deuda pendiente con la historia. Decir cuántos han sido los hombres muertos en el tajo, bajo tierra. Y por qué se silencian tanto…”. Los poemas tan consustanciales al autor acompañan de forma personalizada a muchas de las historias que nos cuenta a los largo de las más de doscientas páginas del libro: “¡Que nos digan cuántos fueron/los mineros fallecidos:/¿cuántos los muertos habidos/bajo tierra y que murieron/en los testeros que abrieron/y después, así caídos, con silenciados olvidos/amos y empresas huyeron/sin decirnos cuántos fueron/los mineros abatidos…!?” (sic).
Desde la hecatombe de La Sota en 1924, donde fallecieron 10 mineros hasta un lavianés de treinta años muerto en la zona de Anieves en 1990, Albino Suarez hace un repaso de la triste historia de esta actividad en el concejo. Profusamente ilustrado con fotos de los desgraciados protagonistas repasa en sus páginas anécdotas tan tristes y trágicas como la de tres muertes que él califica de premeditadas, de verdaderos asesinatos, como las acaecidas en una mina entre Barredos y Blimea, como la de aquella familia de cuatro hermanos muertos en La Castañal, o las muertes violentas de un padre y sus seis hijos. O los casos de aquellos que, estando a punto de contraer matrimonio, dejaron su vida en el pozo días antes de la boda. “La mina, toda negrura,/es el antro de la muerte/y el infierno de la suerte/y el horror de la cordura./Es el dogal, la angostura/que desgarra toda vida:/es el látigo en la herida y en los pies es la garduña./Y es en la carne la cuña/ que nos parte y no se olvida. (sic).
En fin, en “Los que no volvieron”, Albino Suárez nos muestra varias historias, ya pasadas pero nunca olvidadas en un libro cuidado y bien editado que les recomiendo sinceramente. No es solo una lista de fallecidos, sino nuestra historia. ¡Enhorabuena maestro!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario