miércoles, 2 de marzo de 2011

LOS "JOYA"



A la gala que hace cada año la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas emulando, o queriendo hacerlo, a los Óscar, que acaba de pasar sin pena ni gloria, deberían de rebautizarla como la Gala de los Joya. Hay razones de peso, y más que suficientes, que avalan este planteamiento cultural y de lógica política, si es que a la política se le puede dar este calificativo, que mucho lo dudamos. Empezando por la presencia de medio gobierno, o casi. Además de Sebastián, Salgado y la Pajín, por cierto ésta última enfundada en un vestido de ceremonia con cierto toque pimpolludo, además de estos que no debían de tener nada mejor que hacer, la ministra del ramo de rojo pasión como la que tiene por cargarse las bajadas ilegales de Internet. La Sinde, que así se llama la dama, llegó a este gobierno con la única meta de acabar con las descargas ilegales y parece que lo va a conseguir después de que en un primer intento le hayan tumbado su pretensión encuadrada en el ya famoso cajón de sastre de la Ley de Economía Sostenible. La pusieron al lado del Presidente en Funciones de la Academia y daba toda la impresión que sobre una butaca llena de pinchos, donde esperaba impaciente la intervención de Alex de la Iglesia que, al fin, dijo lo que tenía que decir y todos esperaban, la ministra incluida: “No tenemos miedo a internet, porque internet es, precisamente, la salvación de nuestro cine”. Tenía que esperar a decirlo para hacer efectiva su dimisión. Después se hizo la foto de rigor junto a las cuatro joyas del gobierno y quien será su sucesora al frente de la institución, Iciar Bollaín, según todo parece indicar, con el permiso de Bigas Luna. Con un par.

La quinta joya en cuestión fue el de siempre. El imbécil ese de la barretina que aprovecha cualquier acto multitudinario para mostrar su cara de gilipollas. El Jimmy Jump, el tonto del ciruelo que no lo es más porque no se entrena, al que deberían de encerrar en una mazmorra del castillo de If a pan y agua, y un par de hostias diarias. Hasta que espabile. Evidentemente la sexta joya es el Jefe de seguridad y los seguratas del evento que no se enteran de lo que celebran y a los que, en una de estas, cualquier día se les cuela el ejército de Pancho Villa, con mariachi y todo. O los exilados libios.

En fin, que un año más hemos asistido a la gala de los Joya, a la justificación vergonzante de que un montón de dinero público se vaya para una industria en declive, y donde solo se ha salvado el ingenio de su presentador, la serena y admirable comparecencia de un hombre marcado por una tremenda enfermedad, Pascual Maragall, que no es actor, director, productor…, ni nada que se le parezca, y sobre todo el valor y la dignidad del director de “Balada triste de trompeta”, Alex de la Iglesia, que por no seguir el guión se quedó sin el premio de la Academia. La séptima joya del séptimo arte español. Sin glamour, sin chicha y sin limoná.

Imágenes de Google

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