miércoles, 28 de diciembre de 2016

RUINA

 Pues eso:

No es Duke el personaje adecuado para decir a nuestras autoridades municipales y a los técnicos del Ayuntamiento de Langreo cuáles son sus competencias, sus obligaciones y cómo han de desempeñarlas. En cambio, sí creemos que pudiéramos ser alguien de los muchos indicados para informar y denunciar el ruinoso y lamentable estado de uno de los inmuebles más grades en superficie, antiguos y señeros del casco urbano de Sama. Se trata de dos edificios contiguos en la calle Constitución, esquina con Fernández Rebollos, donde tuvieron su emplazamiento varios negocios muy conocidos a través de la historia local, todos ellos ya cerrados hace muchos años, al igual que las viviendas de sus distintas plantas. Ningún comercio y ningún inquilino. Sólo habitan en él las palomas, los murciélagos y las ratas. Con unos cincuenta metros lineales de fachada a las dos calles y alguno más a lo largo del patio, que fue, del café Toniher (hoy tomado por la vegetación), estamos hablando de lo que podría ser un solar de unos dos mil metros cuadrados, justo a la entrada de la población, donde podrían habilitarse un buen número de plazas de aparcamiento de las que estamos tan necesitados. Para ello, como resulta palmario y evidente, habría que proceder a la demolición, limpieza y desescombro del edificio, que resulta una pésima y horrible imagen para nuestra ciudad. Si sus actuales propietarios no pudieran afrontar el coste que ello supondría, el propio solar resultante sería garantía suficiente para ello. Urge, por tanto, su declaración de ruina y consiguiente demolición. Porque la historia es terca y tiende a repetirse cuando no aprendemos de ella. Y en Sama la tenemos muy reciente. ¿O es que no recuerdan los casos de la Plaza de Abastos y del Teatro de Langreo? No queremos ni pensar que algo similar pueda suceder en estos dos edificios. Que una pequeña o gran nevada termine por provocar el desplome de la techumbre, ya de por sí bastante maltrecha, con el riesgo para bienes y personas en un lugar de abundante tránsito frente a las paradas de todo los trasportes de viajeros que nos comunican con el resto de la región.
Es la advertencia de un gran riesgo. Cierto y posible. La manera de evitarlo la tienen nuestros representantes políticos a quiénes, desde muy cerca (porque lo tenemos a la vista de continuo), pedimos que no lo dejen en el olvido y tomen cartas en el asunto.

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