Larga Navidad.
Siempre, por estas fechas, recuerdo los últimos días de
colegio del año en espera de la llegada de las añoradas vacaciones navideñas.
El último día era el 21 de diciembre, antesala del sorteo de la lotería y a los
fastos que vendrían a continuación que, como era de rigor, comenzaban en
Nochebuena con aquello de la sopa de curruscos, el pitu de caleya, los turrones
y El Gaiteru. La Misa de Gallo y a mear y pa la cama. Lo demás ya no tenía
tanta importancia hasta la llegada de los Reyes de Oriente. Nada de Papá Nöel,
ni eses coses importáes de casa su madre. Hoy en día sin embargo, y desde hace
ya tantos años que ni lo recuerdo, las fiestas navideñas ya empiezan casi
después de terminar las anteriores, de modo que la lotería ya se vende en pleno
agosto, los anuncios de los productos propios de las fiestas comienzan en
noviembre, justo cuando también lo hacen las célebres cenas de empresa. De modo
que, a no tardar, llegará el año en que veremos el habitual concierto de la
Filarmónica de Viena dirigida por los Zubin Metta y Cía. del primero de año
retrasmitido desde la playa de Levante en Benidorm, los músicos en bañador, el
dire en bermudas y el público poco menos que en pelotas palmeando la Marcha
Radeski esa.
Y es que a estas alturas ya todos estamos fartucos de turrón
y peladillas, de bugres, besugos y mirlotos, de lechazo y chuletes de corderu,
y de sidra y vino de lo chachi. De cava no, ¡que lo beban ellos! Claro, los
expertos recomiendan hacer las compras alimentarias con tiempo suficiente para
evitar la subida de precios en las fechas clave, y ya me diréis quién ye el
guapu que aguanta quince o veinte días con esas ambrosías y néctares en la nevera
y esos dulces en el armario. ¡Nadie!, de manera que, después de callos, nabos,
cebolles, pimientos y fabada, poco a poco sacamos, cocinamos y jalamos. Luego,
cuando llega la hora de la verdá, a comprar otra vez como llocos o a conformase
con dos güevos ¿?, un sindicalista -que diría el mi amigu, Tonín- y unes
patatines frites. Una Coca-Cola, una sonrisa y en casa, que ya ta bien de
fartures. ¡Qué rico!
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