El misterio del diseño municipal
No,
si ya decía Duke que estos que piensan en Langreo son unos
fenómenos. Unos artistas, vamos. Primero nos han llenado de
octógonos el Parque Dorado y ahora aprovechan estas fiestas para
hacerlo con pirámides. Una pirámide en oro y otra en plata situadas
estratégicamente al lado de sendos olivos que ya están más secos
que la momia de Tutankhamon. A lo mejor lo que pretenden es hacer una
recreación del desierto en el que poco a poco se va convirtiendo
este concejo. El distrito de Sama en particular. No queremos ni
pensar que la brillante idea haya partido de las instalaciones de
Christo Vladimirov, el artista y diseñador búlgaro que se dedica a
envolver edificios y paisajes, tal y como hizo, entre otros, con el
Reichstag alemán o con la costa de Little Bay en Sydney donde empleó
más de 9.000 metros cuadrados de tela sintética y 56 kilómetros de
cuerda. ¡Ya hay que tener ganes de envolver!, porque es que si se
han inspirado en esas instalaciones, no sería de extrañar que
dentro de poco viéramos envueltos los pozos mineros, los Talleres
del Conde, la Peña Villa y la propia casa consistorial. Por envolver
que no quede. Y por perres tampoco.
El
asuntu ye que, cuando después de dos años todavía no sabemos los
que pinten en el parque tantos octógonos y el pegote octogonal de la
entrada, y qué ye lo que signifiquen, ahora pónennos eses pirámides
envueltes como queriendo añadir un puntu más al enigma poligonal y
volvemos llocos con tanta geometría euclidiana.
Van a
decir ustedes que Duke chifló, pero que va ho, esto ye muy serio. Y
tienennos muy preocupaos. Mucho. A ver: ¿por qué la pirámide
grande ye de oro y la pequeña de plata? ¿no podía ser al revés,
que ye más barato? Y, ya que también hay olivos, ¿por qué no
ponen también camellos?, porque no creo yo que valgan los que hay
pol parque que no tienen joroba y solo beben calimocho, cerveza y
vino peleón.
Ahora
olvídense de bromas y polígonos, y díganme de qué sirve toda este
esperpento de inventos increíbles e inútiles que un mes sí y otro
también nos están poniendo en Langreo. Los campos de mini golf en
Sama y La Felguera, los árboles de hierro oxidado, las fuentes que
no echan agua, las macetas que no tienen plantas, las papeleras que
sí tienen basura -las pocas que quedan-, las farolas que no tienen
luz pero sí arañas como andaricas, las baldosas transportables que
nos ponen pingando faldas, pantalones y zapatos. Y zapatas. La
Pinacoteca y el pinacoteco, el Conservatorio y la conservatoria, y la
madre que los parió. Y si hace falta también el padre. Y detrás de
todo dinero. También delante. Viruta que no se sabe qué hacer con
ella pero que hay que gastar. Ahí es donde entran nuestras ilustres
cabezas pensantes. Mientras tanto el clamor de muchas vecindades,
calles, pueblos, aldeas…, están por atender. Gastos inútiles y
supérfluos, los que sean. Los que son necesarios, seguirán en
espera de mejor criterio. Quizás esté oculto en las pirámides o en
los octógonos. Langreo geométrico. Oiga.
Y
seis años después, añado, ¿alguien puede explicarme el
significado de esos tres muñecos colocados delante del ayuntamiento
que tal parecen una alegoría de Los Tres Mosqueteros en galleta?, ¿o
serán inuits fuera de su iglú?
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