domingo, 23 de noviembre de 2014

UNO DE TORTILLA




Deconstrucción de tortilla con crujiente de jamón
De la tradición a la modernidad

Cuando yo era un chaval, y antes de serlo, las cosas se hacían de otra forma. Nada de inventos ni sofisticaciones. Casi todo era natural y al estilo tradicional. Recuerdo una reunión informal cerca del juzgado de Laviana entre algunos abogados y procuradores, allá a mediados de los ochenta, en la que surgió una conversación sobre la tortilla de patata. Todos los que allí estaban, cinco o seis, aportaban su particular receta acerca de cómo la hacían, aunque estábamos de acuerdo en algo: patatas, cebolla, huevos y aceite. Tradición. Pero recuerdo especialmente que una chica hablaba de la longitud y la transversalidad de la patata (élla fue precursora de la modernidad). Eso significaba que hacía cortes longitudinales y trasversales en el tubérculo para luego cortar al sesgo y hacer cuadrados para la posterior fritura. ¡Que va, ne!, decía un ilustre de la profesión. “La patata hay que apapiellala”, partirla en láminas muy finas y freírla lentamente para que se mezcle y se haga una especie de pasta para que el huevo penetre en toda ella. Tú lo que haces es freir, concluía.
Con o sin razón para cualquiera de las dos partes que discutían esto, lo cierto es que hoy en día el plato que más define la gastronomía española es la tortilla de patata en la multitud de variedades que pueda presentarse. Si no ahí tienen el certamen que se celebró en Sama hace unos días. Veintinueve establecimientos y cuatro mil raciones servidas. “De mar y huerta”, “Extravaganza marina”, “Old School” o “Tortilla de pétalos de rosa” son algunas de las denominaciones que los chefs pusieron a los pinchos en concurso. Pero de todos ellos llamó especialmente mi atención el que obtuvo el segundo premio y dieron en bautizar como “Deconstrucción de tortilla con crujiente de jamón” (sic). El término da que pensar pues no en vano es una acuñación filosófica de Heidegger. Y ustedes me dirán qué tiene que ver la tortilla con la filosofía y Duke les contestará que mucho, como pensaba mi amigo el ilustre procurador (¿te acuerdas Chema?). Él era partidario de la laminación mientras otra lo era de la transversalidad, y nuestro chef de Sama nos muestra con su pincho que lo claro y evidente deja de serlo. Es claro y evidente porque participa en concurso, luego es tortilla de patata. Pero deja de serlo porque se presenta en copa y no en plato, como es lo habitual. Parece un zumo con una lasca de jamón a modo de paja. Genial.  

Marcelino M. González

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