martes, 4 de noviembre de 2014

CIUDAD FANTASMA



El declive de Sama

Las ratas ven en la oscuridad, ¿lo saben, verdad? Pues bien, cuando eran las siete y media de la tarde del sábado de Todos los Santos, algo más de una hora después del atardecer, el parque Dorado de Sama permanecía a oscuras. Sin un solo punto de iluminación. Estábamos conversando con un amigo a la altura de La Montera cuando vimos una enorme, y nos preguntábamos si esa coyuntura tenebrosa estaba ocasionada por el fallo en los sensores o por la incompetencia de quienes se ocupan de esto en nuestro ayuntamiento. Y esta conversación derivó en otros temas, siempre con el fondo común de los servicios municipales. Nos preguntábamos el por qué en tantos lugares de Sama, calles y plazas, hay un insoportable olor a cloaca y si acaso por ahí no circulan roedores. Muy cerca de donde estábamos y a escasos veinte metros de la entrada al Centro de Salud, en la esquina del parque, se respira un insoportable hedor que hace muy extraño ver a alguien que aguante sentado en el primer banco del paseo. Lo mismo ocurre, aunque en menor medida, en la esquina opuesta donde está ubicada la estación depuradora de aguas y el campo de minigolf. Igualmente en la conocida popularmente como Plaza de los Chorizos y en algún lugar más de la capital del concejo.
Si esta insalubridad de los olores a cloaca es grave, aún lo es más el estado de ruina de tantísimos inmuebles, algo que hemos denunciado hace tiempo en estas páginas con respecto al de la calle Constitución, esquinas Fdez. Rebollo y Shultz. También el que está enfrente tiene la mitad de su techumbre hundida. Pasa otro tanto de lo mismo en los edificios de La Casa Nueva, al lado de las vías de RENFE donde las colchonetas y la porquería saltan a la vista de cualquiera que pase por allí.
Todos estos casos de edificios en ruina y en estado de abandono, junto a un sinfín de bajos comerciales cerrados y en venta o alquiler, hacen de Sama una ciudad triste, casi fantasma, donde pasear un domingo por la tarde resulta lo mismo que darse una vuelta por cualquier desierto.
La ausencia de iluminación, ya denunciada en multitud de ocasiones, los olores y la falta de mantenimiento en la red de saneamiento y el estado de ruina de tantos edificios dentro del casco urbano hacen que resulte triste vivir en una ciudad como Sama y, una vez más, queremos llamar la atención de nuestros políticos para que hagan algo. Porque pueden, y para eso están.

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