jueves, 14 de junio de 2012

PUNTOS Y COMAS, O NADA

 Contar historias y escribir
Mi amigo Carlos, simpático y campechano donde los haya, se aficionó hace pocos meses a esto de las redes sociales de las que ya les hablé en más de una ocasión. Pero él no la usa para ligar ni hacer política ni nada que se le pueda parecer. Cuenta sus cosas, sus historias, las que le ocurrieron en tiempos pretéritos, las más cercanas y también las actuales. Carlos es un columnista vocacional que sería la bomba, y aprovechable al máximo, si tuviera una mínima formación en gramática, fonética, lingüística o vete tú a saber. En lógica está preparado que te cagas. No hay más que ver sus comentarios. Para morirse por capítulos, vamos. Duke se descojona cada vez que le lee. Pero el caso es que tiene que leerle dos o tres veces para enterarse de qué va su milonga, situar los hechos y entenderlos, porque es un experto en faltas de ortografía. Doctorado por la Uni de Frieres. Las “bes”, las “uves”, las “haches”, los puntos, las comas y toda esa parafernalia de normas académicas y gramaticales que conforman nuestra lengua, para él están de sobra. Ni les da importancia, ni le importan un güevo. Carlos ye así, boba. 

Después de leer uno de sus jocosos comentarios me encuentro con él, comentamos el asunto y le digo, mira amigu, lo que haces en el Face ta muy bien, pero tienes que puntuar pa que la tropa entienda lo que quiés decir. Lo de la ortografía, les bes, les uves y les haches, no ye tan grave, eso entiéndolo, pero escribir to seguío, sin pauses, ye complicáo de entender. Él, sin acomplejarse y soltando una carcajada, me pregunta: “y eso, ¿cómo se haz?”. Ye muy fácil, tienes que escribir igual que hablas; donde haces una pausa hablando, pones una coma escribiendo y, si cambias el tema o la pausa es más larga, un punto y aparte o seguido. Así queda el asunto y nos despedimos. 
A la noche entro en la red y me encuentro con dos de sus comentarios habituales. Un chiste y una anécdota. ¡Sorpresa morrocotuda!, mis ojos no dan crédito a lo que ven. Carlos sigue mis sencillas instrucciones y obsequia a sus seguidores con sendos textos plagados de comas, la mayoría situadas donde no deben de ir, y ningún punto. Total, que los textos aún son más complicados de leer que cuando no puntuaba. “Mejor te olvidas del consejo, Carlos. ¡Hazlo como tú sabes!”.


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