miércoles, 7 de septiembre de 2011

UN LANGREANO DE ALTURA

La superación continua de un hombre rédord


Alberto Coto lo ha vuelto a hacer. Superándose a sí mismo en 23 segundos, ganando la batalla a la escasez de oxígeno en La Paz (3.600 metros de altitud) y también a toda lógica. No puede concebirse que una mente humana pueda realizar todas esas operaciones matemáticas en el tiempo que dura un estornudo. Yo aún no me lo creo, pese a que le conozco desde hace años. Y volverá a superarlo, no tengo la menor duda. El pesar que tengo es que tenga que irse a Alemania o a Bolivia a hacerlo. Lo que verdaderamente me apena es que, siendo un hijo de Langreo, no sea aquí donde se le mime y se facilite la consecución de sus hazañas calculísticas. En México, Colombia, Chile y Argentina -por citar algunos países- es tratado como una autoridad científica, sin embargo en nuestro país, en Asturias y especialmente en su patria chica que es Langreo, poco menos que se le ignora, no se da el realce que merece su prodigiosa mente que, unida a su sencillez y humildad, es digna de figurar entre los tesoros más valiosos del patrimonio langreano. Por lo que se ve, y por lo que hemos leído en algún foro, en Langreo se valora más darle patadas al balón. Y así nos luce el pelo. Ello no supone que deban de restarse méritos a David Villa, a Enrique Mejuto -pongamos como ejemplo- o a cualquier otra persona que pueda destacar en el deporte o en cualquier otra actividad social. Nada más lejano a nuestras pretensiones. Faltaría más. Pero no me digan que este hombre de Lada no es merecedor de homenajes, recepciones, y de una alfombra roja como si se tratara de una estrella de Hollywood.

Hace poco más de un año, junto al Pabellón Juan Carlos Beiro, me encontré con el malogrado Rufino Fernández Cimadevilla, ladense como Alberto y quien suscribe, que había sido concejal popular hace dos legislaturas. Días antes de su muerte, me comentó que había sometido a la Junta del Pepé en Langreo una propuesta para que, a su vez, se sometiera al Pleno municipal el conceder una distinción al calculista. También me dijo que la proposición fue aceptada y quedó pendiente de tramitar. Desgraciadamente a los pocos días de aquel encuentro fortuito Rufino falleció inesperadamente. Fue el 18 de agosto del pasado año. Y por lo que se ve, tras su dolorosa ausencia, nadie se ocupó más del tema. Quienes deberían de haberlo hecho, honrando por otro lado la memoria de su compañero Rufino y reivindicando los merecimientos de Alberto, se fueron a un nuevo partido, y quienes tomaron el testigo y se hicieron cargo del partido desarmado y sin rumbo parece que aún no han aterrizado. De forma que todo se fue con el bueno de Rufino.

Lo quiero dejar escrito en estas páginas de La Nueva España y hacerlo público, pese a quien pese, para que se enteren en Lada y en Langreo de que nadie mira, ni se acuerda de uno de sus más ilustres hijos que siempre lleva a su pueblo por bandera allá donde vaya. Sólo la Asociación “Langreanos en el Mundo” está haciendo algo al respecto. El ayuntamiento debería de hacer mucho más. Alberto se lo merece.

Imágenes de Google

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