lunes, 17 de julio de 2017

DE LO INÚTIL



Las obras que sobran.



Hace días que, desde sede consistorial, nos han anunciado el traslado a Riaño de las dos pistas de pádel ubicadas en la parte alta del Parque Dorado, instalaciones deportivas construidas hace menos de diez años en mandato de la que fue alcaldesa, Esther Díaz. Ha pasado más de un año sin que en las canchas se vea la más mínima actividad del deporte para el que fueron ideadas y construidas en el lugar, sin embargo sí se ven niños jugando al balón o en otras actividades ajenas al pádel, luego desde ese punto de vista nos parece bien que las canchas se dediquen a otro menester. Lo que no nos parece tan bien es que, en su tiempo, se haya restado espacio verde a nuestro hermoso parque para meter hormigón y más hormigón, privando a los árboles del oxígeno necesario para crecer y sobrevivir. Lo mismo que han hecho con el adyacente campo de minigolf, quitar pradería y vallar un espacio considerable de terreno que en la actualidad está inutilizado.
Cierto es que son loables todas las iniciativas políticas para que la gente practique deporte, pero para ello es necesario elegir bien el lugar y, sobre todo, saber si existe un número aceptable de ciudadanos que estén dispuestos a practicarlo. Porque en el caso que nos ocupa (pádel y minigolf) es lo mismo que poner un puesto de estufas en el Sahara o uno de Helados en el Cabo Norte. De aquélla veíamos por todos lados enormes carteles que anunciaban tal o cual construcción de este tipo con cargo a los famosos Fondos A, o B del Gobierno Zapatero de los que unos se hicieron y otros quedaron a medias como fue el caso del Puente de la Maquinilla que, por sus colores pastel, Duke dio en llamar “El Puente de la Señorita Pepis”. Ahora queda por saber si en Riaño hay aficionados suficientes para que las canchas sean utilizadas y, por tanto, rentables a la inversión que se realice porque, créanme, hablan de traslado pero no van a llevarlas en camión. 


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