Tiempo de castañas
Dicen que trastorna a la gente, que es en este tiempo de la
recogida de las castañas cuando ese vientecillo templado nos afecta las
neuronas y nos vuelve un poco majaras. Aire de difuntos. Cuando la foresta se
convierte en una paleta de colores ocres, rojos y amarillos, cuando la sidra
dulce, cuando aún no sabemos si ponernos ropa de abrigo o quitárnosla, sobre
todo en este otoño que ya deja de ser atípico para resultar repetitivo, en
tiempo de Halloween un hombre joven se arroja al vacío desde el puente
atirantado, un tren arrolla a una mujer
la altura del tanatorio y cinco vehículos se ven implicados en un accidente
en cadena en el corredor del Nalón.
Visto lo cual, el dicho popular tiene visos de credibilidad.
Sin ir más allá, alguien me dijo ayer que una vez cumplidos los sesenta
tendrían que darnos una pastilla y mandarnos al camposanto, o como decimos aquí
“al práu el cura”. Susurraba un monólogo que me hacía entender que hacía
referencia a la política y su relación con el socorrido tema de las pensiones,
evidentemente para los pensionistas y para aquellos que están en puertas. A su
vez yo mismo estaba pensando si a este hombre no le habría pillado el aire
otoñal y tendría las neuronas algo perjudicadas, pero Duke me libró de esas
meditaciones diciéndome que en muchas ocasiones a todos se nos cruzan los
cables y acabamos diciendo barbaridades como la de la pastilla letal. O
haciéndolas, como en muchos otros casos, y no sólo en esta estación, sino en
las otras tres.
Muchos han considerado una locura, digna de un trueque de
materia gris, el resultado surgido del último Comité Federal del partido
socialista que, según ellos, ha conseguido desfigurar los principios del
partido y facilitar un gobierno continuado a lo largo de muchos años para sus
opositores y enemigos naturales del partido azul. Un aire de otoño que ha
dividido a los de la rosa.
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