domingo, 26 de octubre de 2014

VAMOS A LA TRENA



La incesante corrupción
 
Asistimos desolados a todo esto que está saliendo a la luz pública en todos los rincones de este puñetero país de diecisiete países distintos, a su vez repartidos en miles de comunidades municipales distintas  que hasta se pelean por las lindes de sus territorios. Nadie ni nada se libra de esta infección que, por todos lados, prolifera como las setas ahora en estos tiempos otoñales. Y Duke ha llegado a pensar, poniendo las cosas por pasiva, que es mejor que quienes estén a buen recaudo en las cárceles españolas sean los ciudadanos de a pie, los inocentes currantes y los infelices contribuyentes.  Porque es que entre los trepas de las tarjetas y las mordidas, aquello del paro, eso del desempleo y lo otro de la mortalidad,  el envejecimiento de la población y la escasa o nula tasa de natalidad estamos quedando en cuadro. No se si se jode poco, mucho o hacemos eso mediopensionistamente, de lo que si estoy seguro es de que por mucho que jodamos, los hay por ahí que nos joden a nosotros mucho más. ¡Qué me vais a contar!
Como meretrices con cama a su disposición nos tratan algunos. Ya saben el dicho popular,  no voy a contarlo así a lo bestia y sin anestesia. Fíjense en la última de Blesa. Para pagar los 16 kilos de mortadelos que le han fijado como fianza para evitar el embargo de sus bienes, quiso tirar de la aseguradora de Caja Madrid que, seguro, dispone también de la famosa tarjeta negra. Ya saben, por aquello del cambio de cromos. Hay que tener cara, morros y poca vergüenza para pretender eso y no ponerse rojo como un pimiento verde. Sólo por eso merecería el Nobel a la imaginación.  Por eso y por más cosas. Por sacar de los bolsillos de los de a pie la viruta que se gastó con la puta tarjeta, la de las preferentes,  la de sus pensiones muchimillonarias y la de la madre que los parió.
Que no vayan a la cárcel, que hay poco sitio para tantos. A la trena vamos nosotros y que nos mantengan ellos, con o sin aseguradoras, que hasta ahora hemos sido nosotros quienes los hemos sostenido a ellos en los ayuntamientos, sindicatos, parlamentos, diputaciones,  gobiernos de aquí y aquises y de casa su madre.  Que purguen sus delitos en la calle, que nosotros pagaremos con cárcel nuestra inocencia de ponerles ahí a todos y estaremos tranquilos y tan contentos. Ya lo dijo el que manda en la justicia, la ley es para los “robagallinas”, no para los grandes defraudadores. Pues si la ley no pasa por ellos, vamos todos a la trena.

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