jueves, 23 de agosto de 2012

OBSOLOCESCENCIA PROGRAMADA


Los que saben de estas cosas afirman que un frigorífico podría durar al pleno rendimiento cerca de cincuenta años y un secador de pelo alrededor de los treinta, sin embargo los primeros no aguantan los diez y los segundos casi no llegan a los cinco. Y como con estos electrodomésticos ocurre con todos los aparatos en los que interviene la técnica, la ingeniería y la mano del hombre. Con los coches, los ordenadores, los teléfonos móviles y la madre que los parió. Todavía circulan por ahí Seat 600 como nuevos y con una frescura inusitada. Andan todavía que se las pelan, como antes. Esto es lo que ha venido a denominarse “Obsolescencia programada” que para los que no entendemos de técnica, ni de ingeniería, quiere decir que estos estudíáos, y quienes les mandan, diseñan y fabrican las cosas de modo que no duren más de un número determinado de años. Todo en aras del marketing, las ventas y la rapiña comercial. Ya no se trata de aportar novedad y nueva tecnología, que lo hacen -ahí están los smarth phones esos, que poco más y te sacan la ropa de la lavadora-, sino que la cosa consiste en que esos paratos tengan uno o más componentes diseñados y fabricados para que duren poco. Con fecha de caducidad, vamos. Como los yogures. Así vemos que a la mayoría de los jóvenes ya no les basta con un móvil de esos de trescientas teclas y pico, sino que además tiene que navegar. Tiene que ser un móvil fuera borda y con velas. 

Con esto de la obsolescencia programada, tal y como andan las cosas con los recortes, el copago sanitario y todo lo que ustedes ya saben sobradamente, dentro de poco nacerán bebés con fecha de caducidad. Hasta los 67 años. A esa edad cascarían sin remisión, por obsoletos. De forma que, como les lates de bonito, todos sabrán su fecha de obsoleta jubilación. Si no casquen antes, claro. Como con los frigoríficos, los coches y los móviles, acabarán manipulándonos genéticamente para jubilarnos de forma definitiva cuando necesariamente dejemos de contribuir al sostenimiento de las cargas públicas. También de los cargos públicos. 

Ye el últimu inventu de la ténica, colega. La obsolescencia programada. ¡Hay que tocarse las gónadas! Ya me parecía a mí que ahora los paisanos y les paisanes venimos aguantando peor. Andamos echando-i la culpa a la pila (de años) y la pila no tién ninguna culpa. Ye que tamos obsoletos. 

Imágenes de Google

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