sábado, 21 de enero de 2012

NO ES LO MISMO

Incorrecciones en las formas
El lenguaje hablado que el escrito. Hay veces que escribo con lenguaje hablado, pero no es lo mismo hablar que escribir. Uno habla, y cuando lo hace se deja llevar por sus ideas, bien o mal ordenadas, sin preocuparse para nada de dónde poner las comas y los puntos y aparte, de la morfología de las palabras o de incurrir en reiteradas reiteraciones. Tío. Lo importante es la trasmisión del mensaje, de la idea. La gramática es lo de menos. Nadie se da cuenta de si, cuando has dicho bacinilla, los has hecho con “v” o con “b”, con “ye” o con “elle”. Sin embargo esto no siempre es así. Hay casos de algunas personas que te hablan de tal forma que se le ven todas las faltas de ortografía. Lo hacen metiéndose por ti, gritando, de forma tan agresiva que te hace recular hasta que inevitablemente te das contra una pared. Entonces te acorralan, te escupen, te arrojan su aliento de manera que sabes lo que ha cenado la noche anterior y la marca de su dentífrico, en el caso de que lo use. Ese es el momento en que le ves todas las faltas de ortografía, las de higiene y las de educación. No se si esos tíos y tías creerán que somos sordos o sordas, como tampoco de qué enseñanzas familiares o sociales se han valido para no guardar una distancia prudencial cuando conversan. Evidentemente cuando te toca hablar a ti dan un paso atrás, se separan un pelín, pero luego contraatacan acercándose aún más, si aún cabe hacerlo, y reivindicando su poderío y sus razones. Eso es, sus razones. Porque es muy común que estos agresivos tertulianos, si se les puede llamar así, expongan lo que solo a su razón conviene. Él, sus cosas, sus hazañas y aventuras, lo guapo que es y el tipo que tiene. Son muy malos escuchantes y además tienen algo mal las entendederas pues deberían de percatarse del agobio que supone para su interlocutor sentirse avasallados y apabullados por ese asedio corporal.

Sin embargo escribir es otra cosa, al menos cuando alguien tiene que leerte porque si lo haces solo para ti con que te entiendas tú mismo tienes suficiente. Para escribir para otros y que te lean tienes que hilar muy fino. No vale acercarse tanto y decir lo primero que se te ocurra. Tienes que intentar ver las cosas desde lejos, despasionadamente, de la forma más objetiva que te sea posible. Como si tú mismo fueras uno de esos otros. Ahí no vale avasallar al lector, como no valen los defectos de puntuación o las faltas de ortografía. Una palabra dicha es oída y luego se va, aunque pueda permanecer en la memoria. Sin embargo la palabra escrita tiene vocación de permanencia, espíritu de eternidad. Por eso, esto de las nuevas tecnologías, los correos electrónicos, las redes sociales, los chat, la posibilidad de dejar un comentario a cualquier noticia de prensa, los sms, hacen que todo bicho y bicha vivientes se conviertan en asiduos literatos de las ondas, en preclaros críticos de todo lo imaginable, en expertos en artes plásticas y marciales, en avezados políticos, en poetas y juglares. Y muchos aún no saben de la existencia de las comas, de los puntos y aparte, y tampoco saben que no es lo mismo hablar y escribir que escuchar y leer. En cualquier caso las cosas se perciben mejor con prudencia, y a una cierta distancia.


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