sábado, 30 de enero de 2016

LOCOS DE CAPA Y ESPADA



Cosas de torero



Me gusta la tauromaquia, ¿para qué voy a negarlo?, aunque no es que disfrute con el toreo pero sí con el rejoneo. Me parece de una plasticidad total los requiebros del caballo al astado mientras sólo es conducido por las piernas del jinete. Sin embargo estoy contra el maltrato animal. Es una de mis contradicciones, ¿qué le voy a hacer? No admiro a los toreros y rejoneadores por el hecho de serlo, como tampoco lo hago con futbolistas y alguna que otra profesión del espectáculo por las mismas razones. Mi admiración va por otros caminos más creativos y más intelectuales. Algo que no puede decirse del siniestro Fran Rivera que se exhibió toreando una vaquilla con su hija de cinco meses sujeta contra su cuerpo con el brazo izquierdo. Es una barbaridad contra la que el Fiscal de Menores empieza a actuar pese al apoyo de otros toreros, tan locos como Francisco.
Después del vodevil que hemos visto en el Congreso hace unos días del bebé libreoyente de una diputada, nos están acostumbrando al bochornoso espectáculo de llevar a los niños donde no deben de estar y, lo que aún es peor, a someterlos voluntaria e innecesariamente a peligros ciertos, como es el caso de este torero insensato y gilipollas que alega que su padre ya lo había hecho con él mismo y sus hermanos. ¡Pobre defensa! Se debería de haber justificado diciendo que si loco era su padre, de casta le viene al galgo. Aunque sean pirados de capa y espada. A este paso y a la vista de estos episodios “ejemplarizantes” no tardaremos en ver como los bomberos llevan a sus hijos a un incendio, los policías a los suyos a una redada antidroga, o los picadores a los propios a postiar y arrancar el carbón de lo más profundo de la tierra. Luego nos mesamos los cabellos y nos rasgamos las vestiduras cuando vemos en Siria a un niño rebanarle el pescuezo a una persona maniatada e indefensa que carece de cuernos y quizás también de acta de diputado, porque estos batallan en otros cosos, siempre a cubierto y con el respaldo de los palmeros que les acompañan. De ahí que me permita darle un consejo al hijo de Paquirri: Si tan valiente eres, la próxima vez toreas con una cascabel sujeta al cuello. La niña la dejas a quien la cuide y tenga dos dedos de frente. “Imbécil”.

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