Enterarse de lo que pasa, dónde y como sea
Quien más quien menos acostumbra a leer los periódicos, a ver la tele, escuchar la radio o asomarse a la ventana todos los días. ¿Por qué?, pues para enterarse de lo que pasa en el mundo, en el país o en la propia calle, y también en casa del vecín porque, si no, de qué va hablar uno en el chigre o en la pelu, ¿del tiempu? No, de eso sólo se habla en los ascensores. De lo que platiquen ye de lo que primero estuvieron fisgando en aquellos sitios, o de lo que Maripuri o Indalecio yos dijeron que habíen fisgao. Que si Fulanita ta preñá y non ye del so hombre porque esi cabrón no duerme en casa por la noche; que si a Menganito salió-i un tumor en el zapatu derechu; o que si el guaje de Citanita ya anda a putes. Eso ye fisgar pa, a continuación, criticar a tirios y troyanes, con o sin fundamento, y ser el más listu del bar o la más enterá de la peluquería, o el salón de belleza, que se diz ahora, aunque muches ye igual que vayan a él o no porque hayles que ye mejor que ingresen directamente en un taller de chapa y pintura o vayan de frente al desguace. Y nosotros lo mismo, pa que nos vamos a engañar.
Fisgar no ye lo mismo que mirar. Ónde vais a parar. Si no mirásemos no veriémos na y estaríamos todos vendiendo cupón y, entós, ¿quién lu iba a comprar, eh? Nadie, claro. Mirar ye normal. Lo que no ye normal ye ser mirón, que a algunos vánseyos los güeyos detrás de algunes que parez que yos están haciendo una radiografía del espacio intercostal, y de otros espacios. El otru día taba yo echando un pitu a la ventana y pasó
una moza muy curiosa meneando el cucu. Cruzose con un tío que, acto seguido, volvió la cabeza dirigiendo la mirada a aquel magnífico trasero. Hasta que lu paró una farola. Pegose un hostiazu como un campanu. Fue tan gordu que la farola sigue apagá hasta que pase otru mirón y reponga la luz con otru hostiazu. Ye lo malo que tien ser mirón, que acabamos con el mobiliario urbano.
una moza muy curiosa meneando el cucu. Cruzose con un tío que, acto seguido, volvió la cabeza dirigiendo la mirada a aquel magnífico trasero. Hasta que lu paró una farola. Pegose un hostiazu como un campanu. Fue tan gordu que la farola sigue apagá hasta que pase otru mirón y reponga la luz con otru hostiazu. Ye lo malo que tien ser mirón, que acabamos con el mobiliario urbano.
Duke y yo somos fisgones profesionales. Si no lo fuéramos ya me contaréis que ye lo que íbamos a escribir en LA NUEVA ESPAÑA. Yo soy más despistáu, pero él velo to, no se-i escapa una. Luego, ya sabéis, cuéntamelo y yo no tengo más que dai a la tecla. Sin ir más allá, Duke ya empieza a manejar esto del feisbú y ahí, en esa rede -como diría mi güela-, entérase uno de to sin necesidá del periódicu, la radio o la tele, ni de asomase a la ventana. Además, con el olfato que tien el mi colega, ya fisgamos hasta de oidu. Y, de pasu, igual dejamos de fumar. ¡Cachis!
Imágenes de Google
No hay comentarios:
Publicar un comentario