viernes, 24 de mayo de 2013

CON O SIN FUNDAMENTO

Enterarse de lo que pasa, dónde y como sea
Quien más quien menos acostumbra a leer los periódicos, a ver la tele, escuchar la radio o asomarse a la ventana todos los días. ¿Por qué?, pues para enterarse de lo que pasa en el mundo, en el país o en la propia calle, y también en casa del vecín porque, si no, de qué va hablar uno en el chigre o en la pelu, ¿del tiempu? No, de eso sólo se habla en los ascensores. De lo que platiquen ye de lo que primero estuvieron fisgando en aquellos sitios, o de lo que Maripuri o Indalecio yos dijeron que habíen fisgao. Que si Fulanita ta preñá y non ye del so hombre porque esi cabrón no duerme en casa por la noche; que si a Menganito salió-i un tumor en el zapatu derechu; o que si el guaje de Citanita ya anda a putes. Eso ye fisgar pa, a continuación, criticar a tirios y troyanes, con o sin fundamento, y ser el más listu del bar o la más enterá de la peluquería, o el salón de belleza, que se diz ahora, aunque muches ye igual que vayan a él o no porque hayles que ye mejor que ingresen directamente en un taller de chapa y pintura o vayan de frente al desguace. Y nosotros lo mismo, pa que nos vamos a engañar. 

Fisgar no ye lo mismo que mirar. Ónde vais a parar. Si no mirásemos no veriémos na y estaríamos todos vendiendo cupón y, entós, ¿quién lu iba a comprar, eh? Nadie, claro. Mirar ye normal. Lo que no ye normal ye ser mirón, que a algunos vánseyos los güeyos detrás de algunes que parez que yos están haciendo una radiografía del espacio intercostal, y de otros espacios. El otru día taba yo echando un pitu a la ventana y pasó una moza muy curiosa meneando el cucu. Cruzose con un tío que, acto seguido, volvió la cabeza dirigiendo la mirada a aquel magnífico trasero. Hasta que lu paró una farola. Pegose un hostiazu como un campanu. Fue tan gordu que la farola sigue apagá hasta que pase otru mirón y reponga la luz con otru hostiazu. Ye lo malo que tien ser mirón, que acabamos con el mobiliario urbano. 

Duke y yo somos fisgones profesionales. Si no lo fuéramos ya me contaréis que ye lo que íbamos a escribir en LA NUEVA ESPAÑA. Yo soy más despistáu, pero él velo to, no se-i escapa una. Luego, ya sabéis, cuéntamelo y yo no tengo más que dai a la tecla. Sin ir más allá, Duke ya empieza a manejar esto del feisbú y ahí, en esa rede -como diría mi güela-, entérase uno de to sin necesidá del periódicu, la radio o la tele, ni de asomase a la ventana. Además, con el olfato que tien el mi colega, ya fisgamos hasta de oidu. Y, de pasu, igual dejamos de fumar. ¡Cachis!

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