lunes, 15 de abril de 2013

HAMBRE


Aquí se habla del 41 para aludir a la época de las necesidades y padecimientos de gran parte de la población que, tras la guerra incivil -como la define un buen amigo- tuvo que pasar por las cartillas de racionamiento y las subsiguientes colas para poder llevarse algo a la boca y malsustentar a su familia. Fue “el añu la fame” de triste recuerdo para algunos, y desconocido e ignorado por otros. Por suerte yo sólo se de ello por referencia paterna. Posguerra, tiempos de venganzas, represalias, y hambre. Traemos a colación este infausto recuerdo porque nunca se había dado una situación de necesidad como se da ahora en estos tiempos. A modo de ejemplo, hemos sabido que la Cruz Roja de Langreo ha contribuido al sostenimiento alimentario de más de cuatrocientas familias del municipio, el 50 % repartido entre los dos distritos principales, Sama y La Felguera. Este es nuestro “estado del bienestar”, un estado en el que multitud de ciudadanos, en otro tiempo sin problemas acuciantes, no tienen un yogur de limón o un triste kiwi que llevarse a la boca.

Esto nos lleva a pensar en esas imágenes vistas tantas veces en la tele a las que, en otras tantas ocasiones, hemos vuelto la espalda porque no queremos ver las desgracias mundanas. Esos niños de rostros desencajados y suplicantes, llenos de moscas, esqueléticos y con sus barrigas hinchadas por la desnutrición; y esas madres de pechos agotados, impotentes y sin poder evitar la extinción de su prole. Datos de la FAO indican que 840 millones de personas en el mundo están desnutridas, de las que 200 millones son niños. Por otro lado El Proyecto Hombre de Naciones Unidas ha testado que diariamente mueren de hambre y de las enfermedades que ello provoca 24.000 personas. Hagan ustedes los cálculos oportunos. 

Etiopía, Somalia, los países subsaharianos y del Cuerno de África, y muchos otros más, son la prueba de la ausencia de solidaridad del mundo occidental con aquellos que sufren, que padecen hambruna, necesidades higiénicas y sanitarias. Y aunque muchas y variadas ONG,s, y personas no apegadas a los placeres terrenales, intentan combatir y paliar esta cruel y horrorosa plaga, todo resulta poco, muy poco. Mujeres y niños que llegan al estado de extrema pobreza y para los que se necesitan alimentos y agua potable, medicinas y otros cuidados, reclaman nuestra ayuda. No les volvamos la cara.

Imágenes de Google

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