jueves, 6 de septiembre de 2012

EQUINOS URBANITAS

Los excrementos de la calle
Todos los caballos tienen derecho a la vida, hasta el más vulgar de los rocines. Sin embargo estamos convencidos que su lugar está en su hábitat natural. En el monte, los prados, las cuadras o los hipódromos. La calle está hecha para los vehículos con ruedas, no con patas. Salvo eventos excepcionales como pueda ser una cabalgata o un desfile militar los equinos no deberían de circular por las vías urbanas. Al menos eso piensa Duke. Porque el jinete va montáu mirando p’adelante y el jumento tién el tubu d’escape p’atrás y, claro, no se da cuenta que el noble animal tién sus necesidades y hazles a sus espaldes, dejando tras d’él unos bollos mayores que los de Pascua. 
  
Los que tenemos un perrín vamos -casi todos- provistos de unas bolsas para recoger sus caquitas cuando defecan en la calle. Una vez embolsado el cirolo se va a la basura. Pero, ¿estos jinetes usen bolsa? Que yo sepa, no. Nunca ví yo a uno de estos amigos de lo ecuestre descabalgar y, con el penco del ramal, recoger los cagallones que dejó el probe diez o quince metros atrás pa luego echalos en un contenedor. ¿Vistéislo vosotros? A que no. Pues si hay una ordenanza municipal sobre la cacas de los perros, donde te pueden meter un clavel que te cagas, que haya otra ordenanza pa los corceles y si el dueñu no recoge la boñica que-í metan también un clavel. Más grande tovía. Y si no que paguen viñeta.

 Porque ye que el otru día, a las once la noche, pasaron por delante mi casa tres monturas con trote alegre y ligero que iban dejando un rastro de cosas negras…, como bolas de tenis. No se pa ónde iben a eses hores, o de ónde veníen, porque no nos enteramos de que por aquí hubiera algún certamen de hípica. Seguro que iben p’al Pote esi de Santa Bárbara, como ye una fiesta de práu… Vamos, digo yo. Pues chavales (esto ye pa los jinetes), si tenéis un caballo y queréis llevalu de fiesta hay que sacalu de casa ya cagadín. O si no, cuando paséis por la vía pública ponéis-i dodotis o desmontáis y, a puñáos, quitáis los excrementos del relinchante, ¿vale? Que después lleguen los mal pensáos y échennos la culpa a Duke y a mí, como si to les mierdes fueran iguales. Pues no. Un cirolo de caballo ye muy grande y queda esparcíu por to la calle pa que luego tengan que sudar la gota gorda los chavales que se ocupen de la limpieza.

Imágenes de Google

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