domingo, 22 de mayo de 2011

A QUIEN DIOS SE LA DE...


Las movilizaciones denominadas “indignación” o “del 15-M” que desde esa fecha del presente mes vienen sucediéndose en varias ciudades españolas, entre ellas Oviedo y Gijón, nos suenan a algo. Recuerdan a las habidas desde principios de año en el norte del continente africano y en algunos países de Oriente Medio como Siria, Barheim y Yemen. Aunque nada tiene que ver lo uno con lo otro. Nada lo ibérico con lo musulmán, ni lo democrático con lo autocrático. Pero se asemejan en lo espontáneo y en lo multitudinario. También en el cabreo de la tropa. Aunque, cuando le doy a la tecla aún no ha habido manifiesto alguno de reivindicación, en nuestro caso ese cabreo proviene, según parece, de la actitud de los grandes partidos y de la banca en tiempos de crisis como los que vivimos hace ya tres años. Al paro cifrado entorno al 20 % y sobre todo al de los jóvenes que ronda el 50. Son motivos más que suficientes para que el personal eche humo y, por fin, haya explotado. Después de una legislatura hosca y beligerante, con los dos grandes partidos tirándose los trastos, la crisis, el paro, las presuntas negociaciones con los terroristas, la corrupción, con la tibieza de los sindicatos en lo concerniente a los recortes sociales y nuestro reiterado y ya cansino fracaso en Eurovisión, era de extrañar que esto no hubiera ocurrido primero. Hace uno o dos años. Desde estas líneas venimos diciéndolo durante ese periodo y, en multitud de columnas, hemos mostrado nuestra indignación por la forma en que se han llevado las cosas.

Mayor motivo de indignación es, si cabe, que desde la derecha (Espe dixit) se culpe a la izquierda de instigar estas movilizaciones, y desde la izquierda se le cuelgue el marrón a la derecha. Ambos no hacen más que repetir lo de Ben Alí, Mubarak y Gadafi, mientras los ciudadanos de infantería claman y sufren las consecuencias de su dejadez, su incapacidad y su corrupción. Hasta hoy solo hemos oído unas palabras sensatas: “Yo sí les escucho y, aunque hay aspectos en que no llevan razón, debemos de atenderles. No está el mañana en el ayer escrito”, ha dicho Carme Chacón el pasado miércoles parafraseando a Machado. Y eso es lo que deben de hacer desde ambas partes, escuchar la voz del pueblo, no solo en las urnas.

Hoy, día 22, cuando tienen a la vista nuestra humilde opinión, es el momento en que sabremos si esas movilizaciones son compartidas desde los hogares españoles. Más allá de los resultados, de que Fernández, Espinosa o Cascos se alcen con el triunfo lectoral –saben ustedes que, al final, nadie pierde-, debe quedar un aprendizaje y una moraleja de toda esta movida y es que no por el hecho de verse apoyados en las urnas pueden hacer lo que les venga en gana, que las promesas tienen que sustanciarse en los hechos. Que la calle no está solo para salir a ella en campaña electoral. De todas formas esas protestas ciudadanas deben de hacerse también en los colegios electorales, lo hemos dicho hace dos días. En cualquier caso nos unimos a ellas, como no podría ser de otra forma, pero, aunque indignados, iremos a votar, y a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga.

Imágenes de Google

No hay comentarios:

Publicar un comentario