Homs y Hazte Oir.
Cada uno es lo que se siente ser. Aunque ciertos sentimientos
vayan contra las leyes de la naturaleza, la biología y la tradición. A eso se
llama libertad. Que un autobús del grupo ultracatólico “Hazte Oir” circule por
la geografía española con un lema al que los críticos califican de “tránsfobo”
transgrede esta libertad, porque la suya
termina donde empieza la de los demás. “Que no te engañen, los niños tienen
pene y las niñas tienen vulva”, reza la leyenda sobre fondo naranja. La
alcaldesa de Madrid le prohíbe circular, la presidenta de la comunidad traslada
el asunto a la abogacía y la delegada del gobierno a la fiscalía por
considerarlo como una intolerancia hacia la diversidad de género. Y el juez así
lo entiende, porque cada niño y cada niña tienen derecho a ser felices de
acorde a como sientan su condición sexual. Que existen mujeres con genitales
masculinos y viceversa es sabido desde tiempos inmemoriales, es cuestión de
sensibilidades y de cromosomas, pero que eso se manifieste públicamente data de
menos tiempo. Antes, por confesarte transexual, podían ahorcarte -aún lo hacen
en muchos países-, sin embargo hoy cada hombre y cada mujer pueden decir
sentirse como de uno u otro sexo sin que la biología les constriña y, mucho
menos, un grupo de intolerantes. A mí me parece normal, está en la genética y
en la libertad de cada cual. Sin más.
Y es que muchos se exceden en el uso de sus libertades y quieren
hacerse oir de modo inapropiado. Es el caso del diputado Homs que desconocía
las consecuencias de la convocatoria del plebiscito catalán, manifestando que
no es explícita en su mandato, y sin embargo hace una arenga al Tribunal
Supremo diciendo con descaro y temeridad que la resolución que recaiga puede
provocar graves consecuencias en las relaciones del estado con la comunidad
catalana. Son las posibles consecuencias de las anteriores. Si cualquier
ciudadano de infantería afirma algo similar ante cualquier tribunal puede
acabar directamente en Carabanchel, no lo duden. Pero parece que los poderosos
creen que están en su feudo, que no pasa nada. Pero tendrá que pasar.
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