domingo, 12 de marzo de 2017

TEMERIDAD



Homs y Hazte Oir.



Cada uno es lo que se siente ser. Aunque ciertos sentimientos vayan contra las leyes de la naturaleza, la biología y la tradición. A eso se llama libertad. Que un autobús del grupo ultracatólico “Hazte Oir” circule por la geografía española con un lema al que los críticos califican de “tránsfobo” transgrede  esta libertad, porque la suya termina donde empieza la de los demás. “Que no te engañen, los niños tienen pene y las niñas tienen vulva”, reza la leyenda sobre fondo naranja. La alcaldesa de Madrid le prohíbe circular, la presidenta de la comunidad traslada el asunto a la abogacía y la delegada del gobierno a la fiscalía por considerarlo como una intolerancia hacia la diversidad de género. Y el juez así lo entiende, porque cada niño y cada niña tienen derecho a ser felices de acorde a como sientan su condición sexual. Que existen mujeres con genitales masculinos y viceversa es sabido desde tiempos inmemoriales, es cuestión de sensibilidades y de cromosomas, pero que eso se manifieste públicamente data de menos tiempo. Antes, por confesarte transexual, podían ahorcarte -aún lo hacen en muchos países-, sin embargo hoy cada hombre y cada mujer pueden decir sentirse como de uno u otro sexo sin que la biología les constriña y, mucho menos, un grupo de intolerantes. A mí me parece normal, está en la genética y en la libertad de cada cual. Sin más.
Y es que muchos se exceden en el uso de sus libertades y quieren hacerse oir de modo inapropiado. Es el caso del diputado Homs que desconocía las consecuencias de la convocatoria del plebiscito catalán, manifestando que no es explícita en su mandato, y sin embargo hace una arenga al Tribunal Supremo diciendo con descaro y temeridad que la resolución que recaiga puede provocar graves consecuencias en las relaciones del estado con la comunidad catalana. Son las posibles consecuencias de las anteriores. Si cualquier ciudadano de infantería afirma algo similar ante cualquier tribunal puede acabar directamente en Carabanchel, no lo duden. Pero parece que los poderosos creen que están en su feudo, que no pasa nada. Pero tendrá que pasar.

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