A Tino el médico
Se nos ha ido el penúltimo samurái de Lada. Celestino
Álvarez, médico, hombre cordial, amigo de todos y lleno de ironía y sapiencia
humanística. Todo en él destilaba un tranquillo humorístico aunque en su
interior estuviera echando pestes, sapos y culebras. El miembro más ilustre de
la más afamada tertulia de Lada en la que, entre otros, estaba Canor, ya
fallecido, y Tino “Cordeles”, que acabará por enterrar a Lada entera. Todos
ellos cortados por el mismo patrón, con esa “maliciosa” socarronería propia de
quienes han vivido intensamente y han exprimido la vida hasta dejarla sin una
sola gota, de quienes han pasado por todo, y por mucho más. Hombres que me
recuerdan a mi querido y llorado amigo, Dimas Quirós que en sus tiempos jóvenes
tomó parte en muchas de las aventuras y anécdotas del grupo.
De sus visitas a la villa de los gatos merecen contarse
muchos sucedidos. Sin embargo hay un episodio que yo siempre conocí y él mismo
me ratificó no hace muchos años. Eran los tiempos de la oprobiosa, cuando los
médicos trabajaban a domicilio porque, en muchos casos, carecían de dispensario
para recibir a los pacientes. Y uno de ellos, a fin de eludir el pago del
correspondiente estipendio y de la propia visita, se hacía el encontradizo con
nuestro galeno en los chigres que frecuentaba con sus amigos. “Tino, me duele
aquí”, decía siempre, “Dame algo p’al dolor”. Y le invitaba a una pinta. Un día
el sabio doctor, cansado de tanta reiteración en esos lugares, pidió al
pertinaz enfermo algo nada inusual en una consulta médica: “Bájate los
pantalones”, le ordenó. Y el hombre, descolocado, preguntó: “¿aquí?”. “Pues
claro, ¿dónde si no?, en el mismo sitio donde me consultas”. En ese momento se
acabaron los males del ciudadano de quien, en su día, Tino me dio su filiación
entre risas y chascarrillos. Tino era así, y hoy estará auscultando a San Pedro
mientras toman vermú junto a Dimas y Canor. Descansa en paz, amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario