Crece la tensión.
Desde la Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente
Trump (el chocho del bisoñé) amenazó días pasados con destruir Corea del Norte,
y unos días después Kim Jong un (el chocho con cara de chochona), pese a su
edad, hizo lo propio al manifestar desde Piongyang que domesticaría con fuego
al otro chocho. De esta forma prosiguen las mutuas amenazas entre los dos
mandatarios que han logrado llevar el enconamiento entre ambas naciones hasta
límites insospechados. Si muy graves y
no menos fuertes resultan las advertencias de Trump en la sede de la ONU, no le
va a la zaga en las suyas el coreanito cohetero que parece disfrutar como un
niño con eso de jugar a la guerra y lanzar una bomba al océano de vez en
cuando, llegando incluso a sobrevolar Japón. Ahora acaba de anunciar el
lanzamiento de una de Hidrógeno al Pacífico. Como quien va a la caza del jabalí
o a la pesca del salmón. Y los dos se quedan tan panchos mientras el mundo
tiembla.
Porque no se trata de ninguna broma. Estas amenazas no son lo
mismo que la eventual -y ya casi cierta- aplicación del artículo 155 de la
Constitución a la autonomía catalana, no. Se trata del odio enquistado entre
dos locos que pueden llevar la destrucción al mundo occidental. Un dedo que
pulsa un botón y, al tiempo, otro dedo que hace lo mismo, y ya ta entamá: “La
tercera”, que ya haz más de setenta años que non tenemos una y ya nos olvidamos de lo entreteníes que son. Además en esta
ocasión van dala en directo, en color y en abierto pa los que no puedan vela
“in situ”. Lo mismo que eses otres guerres que hay pol mundo, pero a lo grande,
que es lo que se creen estos dos locos caudillos. El comediante que quiso ser
presidente y lo fue, logrando ser valorado en poco tiempo como el peor y más
nefasto de la historia de EE.UU., y el niño que quiso superar a su padre y ya
nació con un arma entre las manos y una idea entre las cejas. Acabar con
nuestra civilización.
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