miércoles, 1 de junio de 2016

NUESTRO AMIGO JAMINÍN



Un histórico de LA NUEVA ESPAÑA



Fue quien me introdujo en esto de darles la vara de vez en cuando desde las páginas de LA NUEVA ESPAÑA. Fue, y aún lo es, decano de quienes aquí escribimos y entrañable amigo de todos. Es además mi vecino de frente por frente, donde casi todas las mañanas le veo en pijama observar desde su balcón cómo anda el tiempo y si la peña se mueve por la calle, seguro que para saber si habrá de poner gabardina, abrigo, sombrero o chapela. Si chaleco o jersey, y el color de esa corbata que lleva como pocos. Son sus costumbres desde los años que le conozco, que son muchos. Hombre cordial y atento con todos, interesado por los problemas de su ciudad y los de sus paisanos. Conversador y referencia de tantos que habitual u ocasionalmente esgrimimos la pluma mejor o peor. A él acudimos muchos cuando tenemos una duda o necesitamos un consejo. Cronista deportivo desde tiempos inmemoriales, Fueyo II se ve impedido en estos momentos, y durante algún tiempo que espero sea breve, a tomar la pluma e ilustrarnos con sus conocimientos porque, hace unos días, ha caído en la calle y tuvo la mala suerte de romper el húmero que seguro soldará rápido, porque si no ya tengo fichada una autógena para tal menester. De manera que se nos ha ido a Avilés para estar cerca de su hija y recibir los aires del Cantábrico.
Desde su percance callejero hemos hablado en varias ocasiones en las que me ha explicado, como a su médico, dónde está la lesión y que le duele aquí y allá, porque el golpe ha sido considerable y está machacado como si le hubiera arrollado un mercancías. Pero contento -“me tratan bien”, me dice-, y siempre de buen humor como David el Gnomo. Echando mucho de menos las cosas de aquí y sus incursiones por las oficinas de La Nueva España que seguro le hará llegar la Edición Cuencas desde la que Duke y Cía. le enviamos un fuerte abrazo. ¡Recupérate pronto, amigo!

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