martes, 19 de agosto de 2014

MOLESTIAS

Las dolencias de la gente

He de reconocer que esto que están ustedes a punto de leer es una auténtica gochada, así que quien sea escrupuloso que pase de página o que lea a Luis Alonso que ye más asépticu que Duke. Ye muy asqueroso, pero de todo hay en la viña del señor. Verán. El otru día encontreme en la calle con un amigu que traía mala cara, como si estuviera estreñíu. Coño, Fulanu, ¿qué te pasa, tas malu?, le pregunté preocupado. Quita, quita, no sabes lo mal que lo estoy pasando. Operáronme de hemorroides, me contesta. Bueno hombre, pero pa eso no haz falta hospitalizate ni ná, media hora con el culo al aire y pa casa. Joder, tío, ni te hubieran abierto en canal. Eso pasa rápido, dentro tres días ya ni te acuerdes, le digo intentando quitar polvo al asunto y acabar con el tema. Craso error el mío. “Diz que media hora…, una hora me tuvieron allí con les piernes abiertes, arrodilláu y con el trasero al aire, manipula que te manipula y sin anestesia. No les operaron, estranguláronles, macho. Ye una nueva técnica, como si afogaran la almorrana con una cuerda delgaína que luego cae sola y…”. No le faltó más que bajarse los pantalones y enseñarme el campo de batalla. Siguió con su relato y en este punto dejé de escucharle buscando el modo de escapar de allí, cosa que conseguí después de media hora de épica hemorroidal.
Iba con intenciones de tomar una de sidra y una tapa de calamares pero con el aperitivo con que me había obsequiado el pollo desistí y decidí dar un paseo. Segundo error. Después de saludar a algunos conocidos, al poco tropiezo en una esquina con una señora, ya de avanzada edad, conocida de mis padres que me para, me dice que me lee siempre y tal, y luego lo de ella. Olía a paté de porquería, valga el pareado, sea dicho de paso. Pues nada, que desde que murió el so hombre está muy mal y sal muy poco de casa, que los sos fíos son unos desgraciaos y no van a vela -supongo que no pararán al lao de ella- y que, pa encima, haz cinco días que-í salió un granu en el sobaco (levanta el brazo y remanga la manga mostrando el alerón)…, en cuyo momento, como azotado por un tifón, aparto la cara, cojo el móvil y llamo al 112. Una señorita muy amable que me pregunta cuál es la emergencia. Mire (suspiro), no puedo respirar y se me lloran los ojos, debe de ser un escape de gas cerca de aquí. Como lo Fukushima. Si mandan a alguien que venga con mascarilla. Y escapé corriendo a casa. Ni sidra, ni paseo.

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