"Paco", el de la Belter
Paco (a la derecha) con su hermano Dioni |
Hemos sobrepasado el ecuador del verano y llegados casi a
mediados de agosto aún no se ha visto al astro rey por estos pagos. Tampoco se
ha visto a la reina de la noche, la luna. Y en la de ayer que, según los expertos, era la llena mayor del
año e iba acompañada de las Perseidas tampoco hemos visto el mínimo atisbo del
fenómeno, de la luna en su plenitud y de una hermosa lluvia de estrellas.
Aunque mi amigo Txema, refiriéndose a Ava Gardner, Stewart Granger y David
Niven, afirme que “aunque la luna se vaya, nos quedan las estrellas” nosotros
los langreanos, que no somos de Hollywood, tenemos nuestras propias estrellas
además de las del firmamento que no podemos ver. En muchas ocasiones nos han
oído hablar de ellas. Hermógenes ilustre, Rafa anecdótico o Manolín descorche.
En Sama tenemos más estrellas, pero hoy quiero hablarles de la que quizás
brille con más luz. Paco, el librero. Sí, ese que todos conocen, Paco el de la
Belter.
Hombre de exquisita educación, amable, cordial, galante con
las damas, culto como pocos y con un bagaje de Historia y Geografía que muchos
quisiéramos para nosotros mismos. Siempre trajeado, con o sin su abrigo de
cuero negro -sea invierno o no-, que parece regalado por un miembro de Gestapo,
Paco es un hombre hecho a sí mismo, una persona que carece de estudios para
aglutinar en su prodigiosa memoria los conocimientos que posee obtenidos de su
inagotable curiosidad, pues no en vano dedica a la lectura sus tardes y parte
de la noche. Paco sabe que la capital de Whasington es Olympia y que la de
Nueva York no es Manhattan sino Albany, y conoce todas las capitales del mundo.
Pero además se sabe la lista de los Reyes Godos, la historia de España al
dedillo y las obras completas de Cervantes, Ortega o Pérez Galdós. Pero durante
el día, nuestro amigo, se dedica al estudio de nuestras costumbres y ancestros,
a compartir con amigos (muchísimos) y enemigos (muy pocos) los últimos acontecimientos,
al tiempo que toma una cacipla, o dos. Pero, ante todo, nuestra estrella es un
caballero, todo un Lord Byron. ¿O alguno de ustedes acostumbra a inclinar su
cervíz ante una dama y hacer el ademán del besamanos sin llegar a rozarla con
sus labios? Paco, además, tiene el reloj más peculiar que he visto en mi vida.
Todo él está pegado con cinta de cello. Será que es republicano hasta la
médula. Así lo demuestra el pin que siempre trae en su solapa.
Foto gentileza de Amigos de Sama
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