Fuente y lavaderos en La Nisal |
La dejadez de los pueblos de Langreo
Hace unos días me acerqué a mis raíces. Con Duke de compañía
subí a La Nisal, el pueblo de mis abuelos, de mis padres y de mi llorado
hermano, donde pasé los momentos más felices de mi infancia y primera juventud.
Mi propósito era recordar aquellos tiempos ya tan lejanos y, para ello,
comprobar in situ si aquellos recuerdos eran fiel reflejo de la actual
realidad. Hacía más de veinte años que no iba por allí y, con tristeza pude
comprobar que los recuerdos eran más bellos, más luminosos, más deseables que
la cruel situación actual. Aquella era una casa perdida en medio del bosque y
alejada unos quinientos metros de las más próximas en el propio pueblo, una casa
de aldea que, como tal estaba rodeada de praderías bien cuidadas que
pertenecían a la familia, aunque no son ya propias desde hace muchos años. Hoy
una gran parte de esos prados están tomados por la maleza, ausentes la multitud
de árboles frutales que por entonces tenía y con unos caminos sólo transitables
para las cabras, que no para las personas. Su actual propietario está
rehabilitando la casa y reconvirtiendo la cuadra y el pajar en estancias
habitables, porque el ganado vacuno y caballar hace tiempo que han desaparecido
del pueblo. La Nisal rural, de campesinos y ganaderos, es ahora un pueblo de
segunda residencia para algunos que han decidido comprar y rehabilitar. Y eso
sí está adecentado. El resto es monte, puro abandono en el que tienen mucho que
ver los vecinos que se fueron y, aún más, el ayuntamiento. Porque no es sólo La
Nisal quien sufre la dejadez administrativa sino que también lo son la multitud
de pueblos de este concejo que tienen sus carreteras de acceso tomadas por la
vegetación que no se desbroza, sus cunetas atascadas de forma que el agua
circula libremente por la calzada que, a su vez, sufre los desperfectos
ocasionados por el paso del tiempo. Y no nos extraña nada que esto sea así
porque las propias zonas urbanas padecen este abandono. El parque Dorado en
Sama da pena, el paseo fluvial hacia Lada da asco y dolor, algunas calles y
aceras del centro de Sama son cauce del agua cuando diluvia y muchas casas de
todos los distritos urbanos de Langreo están en completo estado de ruina. He ahí
la responsabilidad de nuestros representantes que están ahí para vigilar,
mantener y dar soluciones a estos problemas y no para dejar la ciudad y los
pueblos en brazos del abandono.
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