Las chorradas de los frikies

Señora
o Señorita Esteban, tiene usted más cara que un saco de hogazas
leonesas. Con lo modosa y prudente que parecía cuando se casó con
el torero de las bragas. Sí, aquel que decía lo de “En dos
palabras: Im-presionante”, ese que ahora es bastante más prudente
y taimado que usted y que guarda con más celo la intimidad de su
hija común, Andréita, que usted airea un día sí y otro también
en los programas de televisión donde interviene para decir
gilipolleces y hacerse la enterada de todo lo que pasa en el mundo de
la farándula -la seria y la frikie-, hacerse la interesante y la
ofendida, y abandonar en ocasiones el plató para regocijo de marujas
y marujos, sin contar al J.J.V. ese que lo dirige. A quienes tenían
que salvar es a los televidentes que caen en sus redes y no a todos
ustedes, incluídos los que pasan por periodistas y, sobre todo, a
este país en el que los programas con más cuota de audiencia son
todos como ése al que acabo de referirme, las retransmisiones de
fútbol y cualquier otra pseudonoticia que tenga que ver con usted.
Máxime si tenemos en cuenta que si la Esteban -sí tú, Belén- es
noticia, no lo es precisamente por su belleza, su simpatía o su
inteligencia. Lo es por sus salidas de tono, por explayar sus cosas
familiares y personales y porque, en definitiva, quienes hacen el
marketing de estas cosas han encontrado un filón que dejarán de
explotar cuando les de la gana o encuentren otro más productivo. De
ahí el perjuicio del que hablaba al principio. No será usted la
primera, ni la última.
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