Quienes siempre llevan la contraria

Maripuri,
la muyer de un amigu míu, ta t’ol día colocandói la camisa y los
pantalones al so hombre, diciéndoi que tién los zapatos salpicáos
y que afeitose mal porque, de la nariz, le sale algo así como un
ramito de violetas. Que tien largues les uñes de los pies (mira tú…)
y que ronca y tira péos cuando duerme. Y él, el probe, queda calláu
como un cadáver recién muertu. Pero bueno, Luisinacio, ¿qué ye,
que la tu muyer no ventosea, ni ronca, ni mancha los zapatos? Home,
no me jodas. Dí algo, hostia. No quedes mudu. Lo que te pasa a ti ye
que casástete con una repu de la virgen y tú, que yes como ella
-repunante total- además yes gilipollas. Si ella ye así, tú más
tovía joder. ¡Que se vea ónde hay un paisano con un par de
bemoles!
Lo
que pasa ye que si a una repu y juntes otru repunante choquen, boba.
¿No viste eso de los polos -los del el helaero no, los otros-, el
ánodo y el cátodo de los …ones?, pues esto ye lo mismo. Que no se
atraen ni con imán. Repélense la de dios, de manera que, como la
que tién más güevos ye ella, él -el probe-, como tóos nosotros,
tién que hacer mutis por el foro y decir “sí cariño”, “sí
mi vida”, tienes to la razón del mundo. No ronco más. Y lo otro
tampoco. Mientras tanto, ella sigue dale que te pego, con lo mismo,
porque ye una inverecunda, a fuer de inicua y deshonesta.
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