Predadores del río

Más
recientemente supe de un grupo de chavales, ya en edad militar, que
eran verdaderos terroristas en estos menesteres. No usaban lejía ni
nada tóxico para la especie, sino algo más seguro. Barrenos de
dinamita. Vean: Eran cuatro que decidieron ir a “pescar” más
allá de Tarna, en la provincia de León. Cerca de Riaño encontraron
un remanso en el río y, ya entendidos en la materia, creyeron
oportuno echar allí sus redes. Dos petardazos, uno tras otro, y las
truchas volaron por los aires. Para que después diga alguno que los
peces voladores no existen. ¡Vaya que sí! Lo malo es que luego no
pudieron recoger la pescata porque todas las truchas habían quedado
prendidas en un par de castaños de la vera del río. Había más
peces en las ramas que castañas en su tiempo. Ahora, ¿les tocaría
ir a la gueta?... Ni tuvieron tiempo a pensarlo. Inmediatamente
aparecieron cuatro Guardias Civiles que los trincaron con las manos
en el cartucho. Habían ido a la parte trasera de un puesto de la
menetérica. ¡Hay que joderse! Cuatro garrotazos, dos hostias o
media docena, declaración y p’al Cuartón. Allí estuvieron dos
días acojonados hasta que tocaba declarar ante la autoridad
judicial. Y las truchas en la castañal. Declararon ante el juez
aquello de “yo no fui”, “yo no sabía que esto era pecáo”…
y cosas por el estilo. Tiempo después, cuando ya estaban citados a
juicio, murió Franco, el Rey tomó posesión y hubo un indulto
general. Se libraron de la quema, y uno de ellos, comunista confeso,
reconoció el favor que le habían hecho aquellos de la oprobiosa.
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