El empeño en reiterar las faltas de ortografía
Reconocen
ustedes esto: “Y la gente por el prado no dejará de cantar,
mientras resuene una gaita o haya sidra en el pajar”, es el
estribillo de muchos asturianos, sobre todo de las Cuencas y ya
talluditos, que nos descubrió nuestro paisano Victor ya hace tantos
años que ni me acuerdo, y que nos describía con pelos y señales
las romerías, aquellas fiestas de pueblo de las que ya quedan muy
pocas. ¡Qué pena! En los tiempos de la informática y de la
corrupción, de los que solo hablan por el Whapp, o los que solo
piensan con el Twiter (ya hasta el Papa Paco absuelve por ahí), en
estos tiempos, por otro lado magníficamente descritos por mi querido
Francisco García Pérez en su columna de antesdeayer, perdemos las
buenas costumbres como la de leer, por ejemplo. Aunque sea a Verne o
a Salgari, a Estefanía o a Rompetechos.
Unos
días antes de las fiestas patronales leo en una pizarra colocada en
el exterior de un bar lo que sigue: “Ven a jirar con nosotros”…
El texto, escrito a mano y con tiza, me chirría hasta tal punto que
lo comento con los dueños. Perdonadme, pero una cosa es la Jira
habitual de las fiestas y otra cosa es “Girar”, o lo que es lo
mismo moverse alrededor de un eje, o dar vueltas alrededor de algo,
comenté tímidamente. Ante la duda razonable vengo a casa y lo
consulto en todos los medios posibles, los escritos en tomo y los que
llegan por las ondas. “Jirar, no existe”, y ahora que lo escribo
aquí el programa me lo subraya en rojo como palabra desconocida. Le
doy vueltas al asunto, es decir intento girar sobre mí mismo y
mirarlo desde otro punto de vista, pero la expresión sigue
chirriando. Nuestras Jiras son sinónimo de prado, de mantel
extendido, de bota de vino, de tortilla y carne empanada. “No se
puede convertir un sustantivo en un verbo”, les dije. Sin embargo,
un día después, la leyenda sigue escrita en los mismos términos.
Pero es que además la gente también lo dice coloquialmente por la
calle: “¡¿dónde jiras?!, refiriéndose claramente al lugar donde
se va a dar la pitanza que pone fin a la fiesta. ¿En el práu o en
el bar?
Y con
todos mis respetos al amanuense de la pizarra hostelera he de
concluir esta jilipoyúa de columna diciendo claramente que “Dukear”
no es escribir y “tortillear” (de tortilla), no es lo mismo que
comerse unos suculentos pinchos de nuestro plato típico, es más
bien mariconear con las patatas y los güevos. ¡Que tengan una feliz
Jira! Y procuren no girar demasiado.
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