El conflicto en la franja
Nuestras leyes proclaman que la legítima defensa sólo puede
ser apreciada cuando para repeler una agresión se utilicen medios
proporcionales los que se utilizan para
agredir. Es decir que si te dan un puñetazo en pleno rostro sería legítima
defensa el que tú respondieras con otro puñetazo, o dos, e incluso con una
patada en los mismos gemelos, o dos. Pero, desde luego, no es legítima defensa
que saques la recortada y des al agresor un par de tiros, o le claves un
cuchillo de medio metro en el tercer espacio intercostal. Eso es saña y
asesinato.
Pues resulta que un americano de Oregón (Seatle para más
señas) que está mirando pa Canadá según escupes a la izquierda, tenía una araña
en casa y el muy listu no se-í ocurrió más que perseguila por les habitaciones
armáu con un aerosol de pintura que disparaba al tiempu que prendía el disparu
con un mecheru. El resultáo de la cacería no podía ser otru: la araña se quedó
como un chicharrón y la casa en llames por los cuatro costáos. Al yanqui no-í
pasó na, salvo un ligero chamusque.
Esto mismo, queridos amigos, es lo que están haciendo los
israelíes con los palestinos en Gaza. Lo que vulgarmente se conoce como “matar
pulgas a cañonazos”. Así de simple y así de cruel y desmesurado. En un pequeño
territorio, excesivamente habitado, donde los palestinos no pueden moverse a
ningún lado al estar cercados por tierra y mar por los judíos, éstos buscan una
araña en forma de algún centenar de dirigentes de Hamás que agreden con cohetes
a la población de las ciudades israelíes cercanas. Cohetes que son
interceptados en la mayor parte de las ocasiones o que, en caso contrario,
explotan sin causar daños importantes. Alegando esa legítima defensa, el
ejército judío ha bombardeado la franja dejándola como un solar y masacrado a
la población civil que, como siempre, es la que paga el pato de estas
confrontaciones. Después de los bombardeos llegan lo carros y lo llevan todo por
delante sin discriminar si hay mujeres o niños. Esto no es legítima defensa,
amigos. Más allá de repeler una agresión, esto supone un vil asesinato de la
población. Un genocidio puro y duro. Algo vergonzoso en pleno siglo XXI. Y
estando a nuestro lado, ahí en el fondo del Mediterráneo, los europeos
deberíamos de rechazarlo y condenarlo con todas nuestras energías.
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