Reformas ad hoc
Con la proposición de ley presentada el martes pasado por el
Partido Popular en el registro del Congreso de los Diputados para la reforma de
la Ley que regula el Tribunal Constitucional a tramitar por la vía de urgencia
da toda la impresión de que el gobierno popular teme encontrase desvalido ante
la eventual declaración unilateral de independencia de Cataluña. Sin saber qué
hacer para evitarla y con una ignorancia evidente de que exista normativa
alguna de la que puedan echar mano en su momento. Cierto es que cualquier
tribunal que se precie de tal debería de tener la competencia de ejecutar sus
sentencias, algo que ahora no tiene el TC, pero no es menos cierto que, tras la
proclamación el 1978 de nuestra Carta Magna, nunca la tuvo y la multitud de
legislaturas que pasaron desde entonces tuvieron tiempo para dársela y no
esperar a ahora, a pie de elecciones catalanas y generales, para hacerlo,
además, sin los informes consultivos y preceptivos previos de los órganos que
están ahí para ello, como es el Consejo de Estado. La iniciativa popular nos
chirría, como también nos desconcierta el hecho de que haya sido Javier Albiol,
exalcalde de Badalona y candidato conservador a los próximos comicios
catalanes, quien haya patrocinado la iniciativa legislativa expresando, para su
justificación, que “la broma se ha terminado”, cuando todo parece indicar que
carece de atribuciones orgánicas para ello.
Esto es lo que si nos parece una broma. Política y jurídica.
Donde se ve a las claras unos espurios intereses partidistas y electorales.
Ello no es obstáculo para que no aprobemos esa eventual declaración
independentista, y lo hemos dicho aquí en multitud de ocasiones. Creemos que,
una vez que se produzca si es que así llega a suceder, habrá medios en nuestra
legislación para afrontar ese dislate. Y de no haberlos, en el pecado llevarán
la penitencia, y la misma UE será la encargada de ponerles en su sitio al
quedar fuera de esa organización y del euro. Tendrán que crear su propia
moneda: “El Mesi”. Por otro lado tendrán
que hacerse cargo de la parte correspondiente en la deuda española, que tampoco
es ninguna broma. Lo cierto es que, al margen de esta iniciativa popular, ya se
oyen voces discrepantes como la Editorial Planeta, Freixenet, La Caixa o el
Banco de Sabadell. Correrán ríos de tinta, pero pronto saldremos de dudas.
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