La desUnión Europea
Los acontecimientos se suceden de forma tan vertiginosa que
apenas nos dan tiempo para terminar de contarlos cuando ya han cambiado.
Justamente ayer, lunes, cuando hablábamos en estas mismas páginas del espacio
Schengen o la libre circulación de personas y la eliminación de fronteras en la
Europa soñada (una de las principales conquistas de la Unión), Shengen se
suspende y las fronteras empiezan a cerrarse o a ser controladas por ejércitos
y fuerzas policiales de los principales países por donde circulaban las decenas
de miles de refugiados procedentes de Siria, Irak y otros países en conflicto.
Los teutones de la Merkel han sido los primeros en hacerlo blindando la
frontera de Austria con Babiera e impidiendo la circulación ferroviaria entre
ambos países cuando, no hace mucho, habían afirmado estar dispuestos a acoger a
medio millón cada año durante cuatro. Al tiempo se reunía en Bruselas los
ministros de Interior y Justicia del Eurogrupo por aquello de las cuotas y,
como era de prever, lo dejaron para octubre porque cuatro de ellos se negaron a aceptar la parte que les
corresponde. No hubo unanimidad. Faltó la unión que los define y que,
presuntamente les caracteriza. Mientras que en Grecia e Italia siguen llegando
y acumulándose miles y miles de refugiados que claman por su derecho de asilo.
El tratado Schengen contempla en su normativa la eventual
suspensión provisional de la libre circulación de personas por su espacio, pero
no a las primeras de cambio y con esta cruel rotundidad. De manera que puede
afirmarse que Schengen se ha ido al carajo en virtud del problema migratorio
que consume al viejo continente, y con él también se van al carajo todas las normas
constitucionales que contemplan ese derecho y las de la carta de Naciones
Unidas. Al carajo los derechos humanos y al mismo lugar el Derecho
Internacional. Lo grave es que esta suspensión no tiene visos de
provisionalidad, sino todo lo contrario, porque el problema está ahí.
Enquistado. Y crecerá hasta hacerse insoportable para Europa entera. Así que no
sabemos a qué esperan los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión para
reunirse de forma inmediata y poner coto a esta grave injusticia, haciendo que
los países disidentes entren por el aro del asilo político. La razón está en la
Unión, pero hay 700 razones más.
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