Cocinando ventrisca
Hay ocasiones en que involuntariamente uno asiste a
gilidebates en los que normalmente no participa pero escucha con atención,
observando los distintos caracteres de la peña y extrayendo conclusiones la mar
de concluyentes. Los asturianos somos así. Vean la siguiente conversación que
se desarrolla entorno a unos vinos. Dura lo mismo que tardan ustedes en leerla.
En tiempo real entre él y ella: “Bueno, termino esto y marcho, que tengo que
daí la comida a la nieta. Tengo hecha una ventrisca de bonito y voy hacer unes
almóndigues”, dice ella. “Pero bueno, tú estás muy mal. Eso ye pecáo. La
ventrisca ye un manjar, lo mejor del bonito. ¿Cómo coj… vas facer unes
almóndigues con ella? Si al menos la envolvieses en unes hojines de repollu…”,
replica él. “Y tú qué sabes, yo cocino la ventrisca y luego pásola por la
trituradora, después rebozo les boles y guísolo con cebolla pochá, ajo y
pimientos. Al mi yerno ye lo que más i gusta. El que ta casáu con la mi fía que
trabaya na residencia, que él ta de conductor en los autobuses de Noreña, que
ye de La Nueva y…” (El otro me mira con cara de no saber de qué va la vaina)
“…sí hombre, ¿tú conocíes al padre que trabayó en Samuño de barrenista y
retirose por accidente. Que la madre haz unos años que puso un chigre en El
Fresnedal y cerrolu porque allí sólo había seis vecinos. Tienes que conocelos”.
“Cagon mi..., igual los conozco, ¿pero vuelvo a decite que la ventrisca ye lo
más rico del bonito y hay que cocinala como te digo yo, cagon… Tú d’esto no
tienes ni idea. Además, si haces un pisto y lo metes to en el congelador,
mézclense to los sabores y al día siguiente, después de descongelalo,
caliénteslo y ta pa morise. Ye como hay que comer la ventrica, ¡joder!”. “Pues
la mi consuegra, la del chigre, aprendió la receta de les almóndigues eses con
una pariente de Corripos que tenía una peluquería en Gargantá y el hombre había
matáose con una moto yendo pa Carbayín un día que había caío una xielá de la
virgen…” (Él vuelve a mirarme, como si yo supiera mucho de cocina y conociera a
los personajes que ella acababa de mencionar). “Mira, cagon…,voy traete una
tartera pa que pruebes una ventrisca decente, que no sabéis comer, cagon… Luego
ya me dirás si les almóndigues tan mejor. ¡Hala!, marcha con la guaja, que ta
muerta fame, daí un bocadillo de nocilla y tráesme les almóndigues pa les
pites, cagon…”.
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