¿Un Quijote catalán?
Pues sí, Don Quijote y su fiel escudero estuvieron en
Barcelona hace más de cuatrocientos años. “Vieron el mar, hasta entonces dellos
no visto, parecioles espaciosísimo y largo, harto más que las Lagunas de
Ruidera que en La Mancha habían visto” (Cap. LXI). Si hubieran querido ir hoy
seguro que no les dejan entrar por ser paradigma de españolidad. Y, sabiendo
esto, Rajoy regaló a Puigdemont un facsímil de la segunda parte de las andanzas
del caballero andante a raíz de la visita que Carlos le hizo en Moncloa el
pasado miércoles. Como buen gallego le
regaló veneno enlatao. Pa que se entere que la novela no la escribió uno de
Palafrugell, sino un ilustre de Alcalá de Henares que, ya por entonces, tuvo
sus más y sus menos con los de la sardana: “…y aunque los sucesos que en ella
me han sucedido no son de mucho gusto sino de mucha pesadumbre, los llevo sin
ella, sólo por haberla visto”. Desconozco qué es lo que habrá regalado el
President al Presidente en funciones,
correspondiendo a lo que manda el protocolo, pero no me extrañaría nada que
hubiera sido una butifarra de Casa Tardellas por aquello de lo histórico, el
catalanismo, y tal. Ya conocen la fama de tacaños que tienen los catalanes. Tal
vez hasta sobrepasara la fecha de caducidad.
Alonso Quijano y el propio Cervantes ya tuvieron problemas
con los culés hace cuatro siglos, aunque el ilustre escritor los tuvo en todos
los lugares y, como diría Zorrilla en el Tenorio, “…por donde quiera que fui,
la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé y por doquiera que
fui, memoria amarga dejé…”. De manera que, hoy que se cumplen cuatrocientos
años de su enterramiento, seguimos preguntándonos de dónde sacaría el tiempo
para tanta actividad y ser tan prolífico sin estilográfica ni ordenata, y con
una sola mano. En definitiva, que no creemos que Puigdemont tenga tanto tiempo
para apreciar el regalo de Rajoy. Seguro que ni lo lee.
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