Los impactos
El tálamo de ese maridaje fue y sigue siendo pretendido por
el presidente del gobierno que ofertó un gran acuerdo de su partido con
socialistas y ciudadanos para formar un gobierno fuerte y duradero que
afrontara con duración y garantías los grandes retos de España. Pero al
proponente de la idea le han echado de la cama a las primeras de cambio y
ahora, cuando han pasado más de tres meses desde el 20D, un cuarto en discordia
pretende subirse a ese lecho que, como dije en su día, se parece al camarote de
los Hermanos Marx. Y cuando a ese cuarto también le empiezan a crecer los
enanos, renuncias imposibles incluidas, da toda la impresión que en estos momentos
no quiere nuevas elecciones porque bajaría con respecto a las anteriores según
las estadísticas, es precisamente ahora cuando la cama necesita más inquilinos
porque si antes había líneas rojas, parece que han quedado bien fijadas en el
suelo y, en el fondo, han llegado a hacerse insalvables. Aunque digan que no.
En esta situación todos se apresuran a despojarse de las
responsabilidades de ser causantes de una nueva llamada a las urnas. Eso de “yo
no fui”. Saben que la ciudadanía ya está muy cansada de todo ello, incluidas
las cinco o diez conferencias de prensa que tenemos que soportar todos los
días. Mientras tanto desde foros políticos (léase UE) y económicos (FMI y BCE)
empiezan a llamar nuestra atención sobre el déficit aumentado en un punto más
de lo previsto, sobre la enorme deuda nacional (superior al PIB) y sobre el
elevado desempleo, y al tiempo que hacen esto van poniéndonos en aviso de que
se tendrán que hacer nuevos recortes. Y si las urnas arrojan un resultado
similar al actual -que es lo previsible-, ¿seguirán mareando la perdiz como lo
hicieron hasta ahora? Cuando el lecho se hunde lo mejor es apuntalarlo y eso no
se hace con propuestas contrarias a las que se hicieron en los respectivos
programas electorales. En otro caso habrá que instalar cama nueva y nuevos
durmientes.
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