Símbolos que ya no sirven
Un estado aconfesional es aquel que no se adhiere y no
reconoce como oficial ninguna religión en concreto, aunque pueda tener acuerdos
con ciertas instituciones religiosas. Así el art. 16.3 de nuestra carta magna
establece que “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos
tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán
las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás
confesiones”. Eso es lo que hay en nuestro país, además del Concordato de 27 de
abril de 1953 que mantenemos con El Vaticano. Ambas normas, mientras estén en
vigor, privan de laicidad a una monarquía constitucional como es la española,
porque laico es la adjetivación de la independencia de cualquier religión, por
mucho que algunos pretendan conferir este carácter al estado español. Somos
aconfesionales y no laicos.
Bajo el pretexto de esa falsa laicidad, parece que el equipo
de gobierno del ayuntamiento langreano ha decidido retirar la hornacina que
alberga una imagen de la patrona del concejo, La Virgen del Carbayu, todo un
símbolo para la ciudadanía, creyentes y no creyentes, practicantes y no
practicantes. Como lo es La Moreneta, la de Guadalupe o San Isidro en Madrid,
San Mateo en Oviedo o Nuestra Señora de Begoña en la villa de Jovellanos. Dicho
lo cual y, aunque la cuestión no nos quita el sueño, hemos de concluir en que
esa decisión de nuestros representantes políticos nos parece un verdadero
dislate, comparable a la retirada de la bandera de la UE de las dependencias
municipales acordada por el mismo equipo que nos gobierna. Duke, que no es nada
iconoclasta, da más importancia a otros hechos y actuaciones que a la que
puedan tener los símbolos, las imágenes o los himnos, por poner un ejemplo,
pero también reconoce que no se puede romper con la tradición a las bravas. Si
no comparten las normas que nos hemos dado, hagan por cambiarlas por los
procedimientos pertinentes.
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