Cosas de torero
Me gusta la tauromaquia, ¿para qué voy a negarlo?, aunque no
es que disfrute con el toreo pero sí con el rejoneo. Me parece de una plasticidad
total los requiebros del caballo al astado mientras sólo es conducido por las
piernas del jinete. Sin embargo estoy contra el maltrato animal. Es una de mis
contradicciones, ¿qué le voy a hacer? No admiro a los toreros y rejoneadores
por el hecho de serlo, como tampoco lo hago con futbolistas y alguna que otra
profesión del espectáculo por las mismas razones. Mi admiración va por otros
caminos más creativos y más intelectuales. Algo que no puede decirse del
siniestro Fran Rivera que se exhibió toreando una vaquilla con su hija de cinco
meses sujeta contra su cuerpo con el brazo izquierdo. Es una barbaridad contra
la que el Fiscal de Menores empieza a actuar pese al apoyo de otros toreros,
tan locos como Francisco.
Después del vodevil que hemos visto en el Congreso hace unos
días del bebé libreoyente de una diputada, nos están acostumbrando al
bochornoso espectáculo de llevar a los niños donde no deben de estar y, lo que
aún es peor, a someterlos voluntaria e innecesariamente a peligros ciertos, como
es el caso de este torero insensato y gilipollas que alega que su padre ya lo
había hecho con él mismo y sus hermanos. ¡Pobre defensa! Se debería de haber
justificado diciendo que si loco era su padre, de casta le viene al galgo.
Aunque sean pirados de capa y espada. A este paso y a la vista de estos
episodios “ejemplarizantes” no tardaremos en ver como los bomberos llevan a sus
hijos a un incendio, los policías a los suyos a una redada antidroga, o los
picadores a los propios a postiar y arrancar el carbón de lo más profundo de la
tierra. Luego nos mesamos los cabellos y nos rasgamos las vestiduras cuando
vemos en Siria a un niño rebanarle el pescuezo a una persona maniatada e
indefensa que carece de cuernos y quizás también de acta de diputado, porque estos
batallan en otros cosos, siempre a cubierto y con el respaldo de los palmeros
que les acompañan. De ahí que me permita darle un consejo al hijo de Paquirri:
Si tan valiente eres, la próxima vez toreas con una cascabel sujeta al cuello.
La niña la dejas a quien la cuide y tenga dos dedos de frente. “Imbécil”.
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