miércoles, 20 de enero de 2016

LA MURGA CATALANA



La toma de posesión


Terminadas por fin las fiestas de fin de año y todo eso, sin casi pensarlo, estamos a pie de los carnavales y en menos de un mes estaremos en cuaresma. En cambio en la tierra del cava y la butifarra ya han empezado con murgas y charangas. La representación más carnavalesca ha tenido lugar en la toma de posesión del nuevo presidente, Puigdemont, donde su homónima del Parlament le ha preguntado: “¿Promete cumplir lealmente las obligaciones del cargo de Presidente de la Generalitat con fidelidad al pueblo de Cataluña representado por el Parlamento?”. Antes que nada hay que decir que las primeras obligaciones de ese cargo son el cumplimiento de las normas constitucionales y la fidelidad al Rey, algo que han obviado incumpliendo la fórmula prevista en la ley para la toma de posesión de los cargos públicos (R.D. 707/1979 de 5 de abril), aunque manifiesten hacerlo por imperativo legal, como se hizo en alguna ocasión. En cualquier caso, Carles prometió y en el recinto sonaron los aplausos, con el Ministro del Interior y la Delegada del Gobierno en brazos cruzados y con cara de póker. “Sabíamos a qué veníamos”, dijo él. Como consecuencia, el Gobierno español ha encargado a la Abogacía del Estado un estudio acerca de la posible ilegalidad del acto y, por tanto, de la efectividad y legitimidad de un presidente que no acata a su Rey y a su Constitución.
Cuando primero lo hizo Mas, que ahora deja su escaño, todo parece indicar que seguirán provocando y tensando la cuerda de las relaciones con un gobierno pseudovacante, incierto y más atento a pactos y contubernios que lo que acaece bajo los Pirineos orientales. Hemos visto a Forcadell y al propio president hablar de República y de una Catalunya Lliure cuando, previamente, la primera había solicitado una recepción Real. ¿Para qué?, si no reconocen a S.M. como Jefe del Estado. Ello no es impedimento para que creamos que el Rey se ha equivocado al negarse a recibirla. Sigue siéndolo de todos los catalanes, al igual que élla también es presidente de un Parlamento que pertenece a todos, no sólo a quienes les han votado que, en definitiva es a los únicos que prometieron lealtad.

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