Renuncias y pactos
Las idas y vueltas de los tres partidos más votados en los
últimos comicios se están convirtiendo en un espectáculo digno de los mejores
tiempos del celuloide. Un campo de maniobras en el que todos disparan con
posta, y a quien pillen por delante, ya saben, que no se hubiera puesto, o en
román paladino “que se joda”. Pese a su flagrante fracaso electoral, Sánchez no
ha parado de decir que este es el tiempo de Rajoy para que se presente como
candidato a la presidencia, al tiempo que anuncia un no rotundo en el acto de
investidura sabiendo que ese no, junto al de Podemos y el resto de la
izquierda, supondría forzosamente el fracaso de Mariano y que el Rey le
proponga como candidato. Pero Pedro se ha llevado una sorpresa morrocotuda
cuando el Presidente en funciones declinó la oferta Real a presentarse para ser
investido dado que está seguro que no tiene el respaldo suficiente para ello.
De forma que la patata caliente está ahora en manos del secretario de los
socialistas. Y quema, porque tras la nueva ronda de consultas será él mismo el
propuesto por Felipe VI. De forma que, dependiendo de los apoyos que consiga y
de la bajada de pantalones que efectúe para pactar, llegaremos a un estado de
las cosas en que Pedro decline, como Mariano, o se haga con el voto favorable
de la mayoría simple de diputados, e incluso de la absoluta si es que al final
pasa por aquello del referéndum en Cataluña.
En el primer caso nos encontraríamos ante la inevitable
convocatoria de nuevas elecciones, y en el segundo ante un país ingobernable
puesto que cualquier norma que saliera aprobada de un Congreso de izquierdas se
encontraría con el veto de un Senado que dispone de una absoluta mayoría
popular. Es decir, ante un desastre desconocido en los anales de nuestra joven
democracia, ante un derrumbamiento de los socialistas que posiblemente serían
fagocitados por los de Pablo Iglesias y, en definitiva, ante una legislatura
efímera y convertida en un campo de maniobras plagado de minas, zancadillas y
la que te rondaré morena. Esto es algo que saben y temen los denominados
varones del partido socialista y es lo que deseamos que no ocurra porque el
PSOE es necesario, pese a Pedro Sánchez, y por el bien del país.
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