Lo fácil que es olvidarse de las cosas
Esto me recuerda a aquel cubanito que hace
unos años estuvo liado con Marujita Díaz, ¿recuerdan? Cuando el pollo se pasaba
con el alcohol y la farlopa y armaba algún que otro desaguisado afirmaba en su
descargo y con cara de no haber roto un plato que “la noche le confundía”. Y es
que vivía en una confusión permanente. Algo similar a lo que le sucede al de
Tuilla, aunque por motivos bien distintos, si bien, en su actual situación de
salud -por lo que cuentan los medios-, no va a ser Duke quien se meta en los
entresijos del mayor escándalo habido en la historia más reciente de Asturias,
y en la más antigua si me apuran, al menos por ahora. La historia futura se
encargará de poner las cosas en su lugar, y también a las personas que puedan
estar implicadas. A día de hoy ya muchos, por no decir casi todos, se han
encargado de juzgarle. Y de condenarle. A nosotros lo que más nos ofende de
todo este asunto, desde que salió a la luz pública, es el fariseísmo de
aquellos que, habiendo sido sus compañeros de partido y sindicato -e incluso
algunos de sus enemigos y opositores- se han rasgado las vestiduras a las
primeras de cambio, echando las manos a la cabeza cuando, a lo largo de cuatro
décadas, fueron conocedores de las actividades del exlíder sindical. Fueron los
primeros en condenarle, mirando hacia el cielo y silbando como hacían los
legionarios romanos cuando pedían voluntarios para luchar contra los galos de Astérix.
Este es un país de confusos desde los
Bárcenas, Blesas, Ratos y muchos etcéteras más. Y estamos seguros de que
aparecerá otra multitud que tampoco se acordará de nada. Mas centenares de
confundidos. Es por eso que creemos que el mal no está fundamentalmente en las
personas, políticos, empresarios y sindicalistas, sino en un sistema enquistado
desde hace mucho tiempo que impide que quien entra en estas actividades lo haga
para servir. Esas personas que van con su honestidad por delante y a cara descubierta
no interesan a las organizaciones, son peligrosos. Lo que necesitan son lacayos
que asientan a todo y cierren la boca. Necesitan confusos, cuando todos
deberían de tomar ejemplo del reciente caso de Francisco Sosa Wagner que,
cuando es apartado de su labor como portavoz de UPyD en el Europarlamento y se
le pone la mordaza, coge sus cosas y se va como el señor que es. Lo tiene todo
claro y no se olvida de las cosas.
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