Pues claro que me equivoco. ¿Y quien no? Ni Su Santidad en su infalibilidad las debe de tener todas consigo. Pero, como se que suelo equivocarme, escribo en una sección de “Opinión”, como todos los que en éste y los demás diarios lo hacen, y no en ningún boletín oficial como algunos que “nunca” cometen desliz alguno y que mandan más que usted y yo, Don Luis Fernando. Mire usted, mi opinión sobre el destino que vaya a darse a los terrenos del antiguo Lavadero Modesta, es eso: mi humilde opinión, y no tiene mayor importancia. Si en este caso es idéntica a la de nuestra alcaldesa, la suya y la mía, no es más que una coincidencia que en otras circunstancias u otros casos no se da. Yo creo, sinceramente, que quien se equivoca es usted. Y se equivoca fundamentalmente en un aspecto que es el que me mueve a contestarle desde esta columna. Usted me ha puesto una etiqueta que nunca he tenido en mi breve existencia. Dice que soy samense, que no salmerón puesto que según usted los primeros son los que viven en Sama y los segundos los que se sienten de Sama. Y, ¿qué, don Luis? Afirma de igual y presuntuosa forma que es probable que no haya leído al “Chiova”, como si fuera el Oráculo de Delfos, y, lo que aún es mas presunto, que por eso no se que en Sama no cabe la “adulancia”. Y, ¿qué, señor F. Iglesias?
Cuando quiera le enseño mi pedigrí. Soy “Duke de Llangreu”, nacido en Sama un 13 de Agosto de 2006. De Llangreu (ese es mi pedigrí), no de Sama, ni de La Felguera, ni de Lada… Soy inmaculadamente blanco, no rojo, ni azul, ni de otro color. Y, ya que lo menciona, soy leal, como casi todos mis congéneres -como bien dice usted-, pero solo soy leal a quien firma mis columnas, no a otros, o a otra, como usted pretende. Pero es que, si lo fuera, estaría en mi derecho de serlo y usted en su obligación de respetar mi decisión. En cualquier caso, ya que sugiere usted que rindo pleitesía a su alcaldesa y a la mía, le diré en secreto que considero a Esther una buena elección para Langreo, aunque los que se autoproclaman salmerones piensen lo contrario. Y, aunque ella -por razones evidentes-se sorprenda con esta declaración, confío en no tener que cambiar de opinión. Espero y confío en que usted respete mi forma de pensar. Porque eso de que quien no piensa como yo, o no está conmigo, está en mi contra es muy habitual en quienes pretenden erigirse en los amos de la historia de un pueblo y también de su destino. Eso es nacionalismo puro y duro, Don Luis, y de ello saben bastante algunos vascos, catalanes y salmerones. También felguerinos, ¿por qué no decirlo?, o Turiollenses, o como diablos se hubieran llamado sus antiguos habitantes.
Para terminar, Don Luis, ha construido usted una bonita carta, bien escrita -dicho sea de paso- y con su opinión, y/o la de sus representados de la tertulia monteril, que respeto profundamente, como respeto todas las opiniones vertidas con el mismo respeto y corrección. Pero no veo lo que pinta su bisabuelo en toda esta historia, como no sea una pura licencia literaria. Mi jefe también tuvo bisabuelo y abuelos que, al igual que usted, le enseñaron a comprender la historia de su pueblo. Sin embargo, ése que firma mis ocurrencias y mis opiniones, ama a su pueblo, que es Lada, igual que ama La Felguera, Sama -donde vive-, Ciaño, Barros…, y también Pola del Tordillo. Y, en estos últimos dos meses, ha recibido por medio de terceras y cuartas personas comunicados de la tertulia monteril -no se si con aviesas intenciones, y sin duda redactados y mecanografiados por usted- de los que, a mi entender, se desprende un localismo exacerbado y, también, trasnochado. Así lo hemos manifestado al mensajero en una ocasión, y así lo hemos dicho en la columna con la que usted discrepa, aunque usted mismo tilde esta consideración como “anestésico social”. Las etiquetas para ustedes los “salmerones”. A mí no vuelva a ponérmelas, se lo ruego encarecidamente. Soy de Langreo, mira qué… Un afectuoso saludo. Duke.
Cuando quiera le enseño mi pedigrí. Soy “Duke de Llangreu”, nacido en Sama un 13 de Agosto de 2006. De Llangreu (ese es mi pedigrí), no de Sama, ni de La Felguera, ni de Lada… Soy inmaculadamente blanco, no rojo, ni azul, ni de otro color. Y, ya que lo menciona, soy leal, como casi todos mis congéneres -como bien dice usted-, pero solo soy leal a quien firma mis columnas, no a otros, o a otra, como usted pretende. Pero es que, si lo fuera, estaría en mi derecho de serlo y usted en su obligación de respetar mi decisión. En cualquier caso, ya que sugiere usted que rindo pleitesía a su alcaldesa y a la mía, le diré en secreto que considero a Esther una buena elección para Langreo, aunque los que se autoproclaman salmerones piensen lo contrario. Y, aunque ella -por razones evidentes-se sorprenda con esta declaración, confío en no tener que cambiar de opinión. Espero y confío en que usted respete mi forma de pensar. Porque eso de que quien no piensa como yo, o no está conmigo, está en mi contra es muy habitual en quienes pretenden erigirse en los amos de la historia de un pueblo y también de su destino. Eso es nacionalismo puro y duro, Don Luis, y de ello saben bastante algunos vascos, catalanes y salmerones. También felguerinos, ¿por qué no decirlo?, o Turiollenses, o como diablos se hubieran llamado sus antiguos habitantes.
Para terminar, Don Luis, ha construido usted una bonita carta, bien escrita -dicho sea de paso- y con su opinión, y/o la de sus representados de la tertulia monteril, que respeto profundamente, como respeto todas las opiniones vertidas con el mismo respeto y corrección. Pero no veo lo que pinta su bisabuelo en toda esta historia, como no sea una pura licencia literaria. Mi jefe también tuvo bisabuelo y abuelos que, al igual que usted, le enseñaron a comprender la historia de su pueblo. Sin embargo, ése que firma mis ocurrencias y mis opiniones, ama a su pueblo, que es Lada, igual que ama La Felguera, Sama -donde vive-, Ciaño, Barros…, y también Pola del Tordillo. Y, en estos últimos dos meses, ha recibido por medio de terceras y cuartas personas comunicados de la tertulia monteril -no se si con aviesas intenciones, y sin duda redactados y mecanografiados por usted- de los que, a mi entender, se desprende un localismo exacerbado y, también, trasnochado. Así lo hemos manifestado al mensajero en una ocasión, y así lo hemos dicho en la columna con la que usted discrepa, aunque usted mismo tilde esta consideración como “anestésico social”. Las etiquetas para ustedes los “salmerones”. A mí no vuelva a ponérmelas, se lo ruego encarecidamente. Soy de Langreo, mira qué… Un afectuoso saludo. Duke.
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