jueves, 10 de diciembre de 2009

EL CASCABEL DE MICIFUZ


Hace tiempo que les conté brevemente la historia de Alejandro Magno y “El nudo gordiano” (LNE 1 de junio de 2008). También les decía que nosotros utilizamos la expresión “Nudo Gordiano” para referirnos a una situación de difícil o imposible solución, en especial cuando solo las admite si son creativas o propias del pensamiento lateral (teorías que no son inmediatamente obvias y que no pueden seguirse usando la lógica tradicional, y que consisten en generar nuevas ideas, en cambiar conceptos y perspectivas). También utilizamos esa expresión para referirnos a la esencia de una cuestión de tal modo que, desatando el nudo, descubriendo la esencia del problema, podemos revelar todas sus implicaciones. En una situación difícil, si no imposible de solucionar, nos ha puesto el reino alahuita con el asunto de la activista saharaui Aminatu Haidar. Marruecos nos ha puesto un nudo gordiano de tal magnitud que, mucho nos tememos, ni siquiera podrá deshacerse de un tajo como lo hizo Alejandro.

Se atribuyen al gobierno español algunos errores en este asunto como haber acogido a la activista en nuestro territorio o como no haber hablado con el Rey de Marruecos. Sin embargo la saharaui parece ser que dispone de carta de residencia en España, lo que obligaría a acogerla y, por otro lado, con el monarca alahuita solo tendría hilo directo el Rey Juan Carlos y nadie nos asegura que esa conversación no se haya mantenido ya. Por tanto no observamos que desde nuestro gobierno se haya cometido error alguno en la gestión de esta nueva crisis con el mundo musulmán. La gran cuestión está en que, de forma meramente accidental (la retirada del pasaporte a Haidar, su envío a España y la consecuente huelga de hambre), se ha creado un conflicto que ya está internacionalizado y, quizás sin quererlo, la saharaui ha reverdecido el viejo problema y las legítimas reivindicaciones de su pueblo. Aunque la soberanía marroquí sobre el territorio del Sahara Occidental no es reconocida por la ONU y la República Arabe Saharaui Democrática, proclamada en 1976 por el Frente Polisario, lo es por un centenar de países, el tema ha quedado adormecido ya desde hace años y es ahora, con este contencioso, cuando despierta con toda su crudeza.

No hay parches que valgan para solucionar este entuerto como pueda ser el ofrecerle la nacionalidad española –que ella ya ha rechazado-, porque el coraje de esta mujer ha decidido no dar marcha atrás y persistir contra viento y marea en su actitud reivindicativa aunque le cueste la vida. Esa es una decisión que ella ha tomado y que, de llevarla a término, creo que para nada afectaría a las responsabilidades de nuestro país en la cuestión. Sin embargo ya alguien, dentro del gobierno, se ha atrevido a decir que no se la dejará morir de inanición. Y ese alguien aún no ha sido desautorizado por quien debe de hacerlo que es el Presidente. Claro, dicen que manda casi tanto como él. Lo que sí es cierto es que, da la impresión, de que nadie sabe cómo deshacer o cortar el nudo, y ya han pedido árnica a la Secretaria de Estado Hilary Clinton. ¿Tendrá que ser finalmente la diplomacia o el peso del Gobierno Obama quien tercie en el conflicto y le ponga el cascabel al gato? Por lo pronto Aminatu Haidar ha anunciado acciones penales si se procede a alimentarla contra su voluntad y nadie duda de que así lo hará.

Estas son las consecuencias del olvido y la desidia que se han tenido desde hace décadas con el destino de un pueblo que siempre ha reclamado su legítima soberanía y su propia identidad. Una menuda mujer musulmana ha puesto contra las cuerdas al mundo occidental que creará un mártir que continuamente le estará recordando la injusticia cometida con el pueblo saharaui. No hay tal nudo, ni siquiera lateralidad. Lo que pasa es que nos han colocado el marrón, algo habitual en estos tiempos.

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