miércoles, 9 de diciembre de 2009

DE VUELTA AL ARMARIO


No logro salir de mi asombro. El reino de los cielos cada vez está más restringido. Entrar en él ya se está poniendo más difícil que encontrar aparcamiento en Sama o La Felguera un día de mercado. Debe de estar ya petado, con overbooking, y en consecuencia San Pedro sólo deja pasar a quienes lleven recomendación vaticana o dispensa papal. Ya lo tienen vedado casi todos los socialistas, y ahora también lo tienen prohibido los homosexuales y transexuales. Al menos, si no he entendido mal, eso ha dicho recientemente Su Eminencia el Cardenal mejicano Javier Lozano Barragán, (ahora siéntense y tómenlo con paciencia) Presidente Emérito del Consejo Pontificio para los Operadores Sanitarios del Vaticano (¿cómo les ha quedado el cuerpo?). Pues bien, el mitrado ha especificado que quienes tengan esa orientación sexual nunca entrarán en el Reino de los Cielos. Díjolo San Pablo, concluyó. Y se quedó tan “pancho”. También dijo Jesucristo aquello de “amaros los unos a los otros” y, que yo sepa, no se refirió a “las otras”. A no ser que Pablo de Tarso venga ahora para decirme lo contrario. Porque, vamos a ver, ¿quién mandaba más El Mesías o el ex perseguidor de cristianos? Siempre oí decir que donde hay patrón no manda marinero.

Y no logro salir de mi asombro porque ya no sé si escucho más barbaridades de los representantes de la política -de casi todos- que de los de la Iglesia. Los primeros ya ni nos dejan fumar y los últimos no quieren que nos incineremos. Los unos cada vez nos proponen más inventos para solucionar este desastre, pese a lo que diga su nuevo best-seller que es La Ley de Economía Sostenible, y los otros…, bueno, los otros ya no tienen más best-seller después de los Evangelios, así es que, cada poco, sacan un remake para estar al día y tener sometida a la tropa. Pues va a ser que, después de esta sentencia cardenalicia, volverán a llenarse los armarios. Cuanto menos tendrán que volver a entrar en ellos todos los que no quieran arder en el fuego eterno. ¡Y eso quema! El gran problema es que, además de en el cielo, también hay overbooking en los armarios y, por tanto, pronto lo habrá en el infierno. Así es que nuestra recomendación para gays, socialistas, transexuales y lesbianas (con mis respetos para todos ellos) es que se hagan cardenales o cardenalas. Es una forma de obtener la bula celestial sin tener que andar abriendo y cerrando puertas de armarios, cielos e infiernos.

Yo no se lo que dirá de esto mi admirado obispo auxiliar de Oviedo, Don Raúl Berzosa. Seguro que, al igual que respondió a nuestra columna de 7 de noviembre “Quemar después de quemar”, dirá que en estas cuestiones no se puede andar con bromas o con chistes fáciles. Para humildes columnistas como Duke y quien suscribe estas páginas son nuestro púlpito, y los temas de que hablamos son tan serios que no se nos ocurre bromear con ellos. Me refiero a los temas de la orientación sexual que cada uno haya elegido o cómo queremos ser sepeliados, porque en eso estriba el libre albedrío con el que todos nacemos. Sin embargo, sí nos parece una broma de pésimo gusto que los purpurados se entrometan de forma continua y persistente en cuestiones políticas, sociológicas o sexológicas, como en este caso. Hablando de la resurrección de los trasplantados, que me digan que “El cuerpo resucitado, tanto del donante como del receptor, serán cuerpos transfigurados o espiritualizados como el de Jesucristo (sic)” me produce hilaridad. O eres cuerpo, o eres espíritu. Las dos cosas a un tiempo son como la suma de peras y manzanas de Ana Botella. Pero no nos hagan mucho caso porque, al fin y al cabo, ésta no es más que nuestra humilde y profana opinión.

A propósito, ¿alguno de ustedes sabe si en el cielo se puede fumar? Porque al paso que vamos solo podremos hacerlo en el Averno. De todas formas no está mal, allí solo tendremos que poner el tabaco.

1 comentario:

  1. D. Marcelino,

    ya he enviado un correo a LNE por su magnífico artículo. Es sensacional. Enhorabuena.

    fercui@hotmail.com

    por si quiere intercambiar impresiones.

    Gracias.

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