Los incombustibles.
Es costumbre inveterada en nuestra joven y envenenada
democracia el dar un retiro dorado a los políticos cuando dejan su actividad
pública. En todas sus mentes aparecerán los nombres de aquellos que fueron
presidentes de gobierno o ministros como Felipe González, José María Aznar o Rodrigo Rato, a modo de ejemplo, sin
contar el largo etcétera que les secunda en cargos en la empresa privada. Consejeros
Delegados, miembros de consejos de administración de grandes empresas,
presidentes de bancos y cajas, y en definitiva un retiro de lujo que les deja
suculentos dividendos sólo por el hecho de ir, de estar o de dar su nombre al
staff de la entidad de turno con el fin de vestirla de cierto glamour
empresarial. Por lo general los ex políticos sólo se ocupan de ir una o dos
veces y hacer caja. El tiempo restante lo ocupan en dar charlas y conferencias
por las que se levantan otra pasta repleta de ceros. En fin que, al margen de
lo que se llevaron legal o ilegalmente en sus tiempos de vida pública, ahora
comen de la sopa boba que les sirven en bandeja ciertas empresas paniaguadas de
los partidos políticos.
El caso es que ahora nos enteramos que esto no ocurre sólo a
nivel nacional, como son los casos anteriormente mencionados, sino también en
el regional. Vean ustedes a ese político incombustible, que tiene un currículum
más largo que el transiberiano, dimitir como diputado, sin duda por su
adscripción susanista y, no habiendo transcurrido un mes, anunciar que pasa a
formar parte de Asturiana de Laminados. Maestro, Director regional de
Educación, Alcalde, Presidente del Principado, de nuevo Alcalde, Delegado del
Gobierno y Diputado nacional, Antonio Trevín es más listo que los ratones
coloraos, aunque no lo parezca. Ignoramos lo que sabrá de zinc, laminados y
gestión empresarial, quizás él también lo ignore, pero lo que sí tenemos claro
-lo mismo que él- es que es un buen maestro en el arte de la infiltración y de
la ubicuidad.
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