domingo, 6 de agosto de 2017

EL DESCENSO DE ELLA



Grato encuentro.
Las manos de la Mujer Misteriosa

Todo lo que sube acaba por bajar, si es que no se queda arriba, claro está. Un día les conté una historia real acaecida una tarde lluviosa de diciembre en la que había sufrido varios sobresaltos en mi paseo vespertino con Duke cuando ya había caído la noche. Recordarán que entraba en el portal y, antes de encender la luz, me encontré con una mujer que bajaba las escaleras con altos tacones, gafas de sol y paraguas abierto. La dama misteriosa. Nuestro sobresalto fue de los que hacen época, Duke reculó al tiempo que gruñía y a mí se me puso el corazón en el pescuezo. No era para menos, créanme. El caso es que hemos cogido cierta amistad, yo siempre aludo a sus gafas de luna, que no de sol, y élla siempre sonríe recordando aquel suceso. Tanto es así que siempre que entro en el edificio y oigo el sonido de unos tacones que bajan -los que suben tienen otro sonido-  se que es élla, la espero y mantenemos una breve conversación. Es coqueta, guapa y muy agradable.
Hace unos días la ví saliendo del Súper cargada con una bolsa en una mano y un pack de agua en la otra, y la esperé. Cogí lo más pesado y caminamos despacio hasta la casa charlando de cosas intranscendentes. La corrupción, el referéndum catalán y naderías por el estilo. Hasta que, ya a punto de entrar en el edificio, observo sus manos y veo que trae las uñas pintadas de azul celeste. “Tienes unas manos muy guapas, como tú”, le dije. “¿Eres del Oviedo?”. Echó una sonora carcajada y me preguntó por qué me interesaba por eso. “Siempre me fijo en las manos de las chicas”, le respondí y me dijo que a élla le pasaba lo mismo con chicas y chicos, pero que azul no era signo de preferencia deportiva sino que le gustaba, “además también son los colores de Asturias”, remató. Subimos al ascensor y se quedó en el primero, donde vive. Por eso siempre sube y baja andando, pero en esta ocasión me acompañó cortésmente hasta que le entregué el pack de agua y nos despedimos hasta su próximo glamuroso descenso. Sin piragua.

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